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   Uruguay

Simón Santana Farías

Víctima de accidente laboral en Bimbo

 

 

 

Simón Santana, una víctima de la
inseguridad laboral en el Uruguay

 

Transnacional "Bimbo" ante la Justicia

por muerte de un empleado en accidente laboral

 

Tenía 25 años. Le ordenaron limpiar una máquina encendida. La empresa incumplía disposiciones de seguridad. No tuvo supervisión. El aparato carecía de resguardos. Fue atrapado por los engranajes. Su madre Alicia Farías denuncia que su muerte pudo evitarse. El caso es indagado por la Justicia civil, la penal y la laboral, donde ayer lunes se realizó una audiencia.

 

Simón Santana Farías iba a cumplir 26 años. Hacía tres horas y media que estaba trabajando en la limpieza de una máquina enfriadora en la planta industrial de Panificadora Bimbo del Uruguay SA, en camino Edison, donde ingresó a principios de año.

 

Habían reducido personal y ese 3 de septiembre estaba solo y sin supervisión, cuando fue atrapado por los engranajes del aparato. Pasaron 15 minutos antes de que le dieran un inútil auxilio. La muerte de Simón Santana dejó en evidencia la falta de seguridad laboral que en Uruguay tienen empresas trasnacionales que se instalan en la región en busca de mano de obra barata. Sueldos bajos y personal joven que rotan permanentemente o desechan si amenazan con crear una organización sindical, según denuncian la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA) y la central obrera PIT-CNT. Alicia Farías (50), madre de Simón (a quien le puso el nombre por el niño desaparecido Simón Riquelo), reclama justicia, pero sobre todo pide que la muerte de su hijo no sea en vano y la seguridad laboral también sea entendida como un derecho humano. "No puede ser que las multinacionales no valoren la integridad del ser humano. Que seamos los pobres sudamericanos a los que nos pagan tres pesos y no nos dan un mínimo de seguridad, que era totalmente fácil de prever", dijo a LA REPUBLICA. Los informes de una investigación sobre el accidente por parte de los inspectores del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) confirman que la empresa violaba disposiciones de la Ley 5.032, su reglamentación a través del Decreto 406/1988 y el Decreto 103/1996 que homologó las normas UNIT. No se cumplieron normas vigentes y, de haber existido un resguardo en una máquina, no habría ocurrido el accidente. El caso de Simón Santana es ahora indagado por la Justicia civil (donde no hubo conciliación), por la Justicia penal (presumario a estudio de la jueza de 8º turno, doctora Graciela Eustachio Colombo) y por la Justicia laboral, donde el lunes 8, al mediodía, se celebró una primera audiencia en la sede del MTSS, en la calle Juncal.

 

"El nombre de Simón"

 

"Nosotros estábamos en Mate Luna con la comunidad de titiriteros, junto a Girasol y otros grupos que actuábamos en los años de salida de la dictadura. Vivíamos en la cooperativa de viviendas Mesa 2 en el barrio Peñarol. Integramos una cooperativa de titiriteros y nos relacionábamos con los muchachos de la murga infantil Firulete. En 1982 yo estaba embarazada y pensábamos que iba a ser niña. Fue entonces que nos enteramos de la historia de Sara Méndez y del secuestro de su hijo Simón Riquelo. Cuando el 24 de noviembre de aquel año nació un varón, con mi marido, Ronald Santana, no dudamos en ponerle Simón por el niño desaparecido", cuenta Alicia Farías. A Alicia le brillan los ojos cuando recuerda aquellos días en los que participó con sus títeres de tantas movilizaciones, ollas populares, cooperativas y actividades sociales en todo el país, a las que llevaban a sus hijos: el pequeño Simón y Facundo, dos años mayor. Ambos vivieron en brazos de sus padres acontecimientos históricos como el 1º de mayo o el río de libertad en el Obelisco, donde montaron un gigantesco títere junto a la carpa de Serpaj. Simón y Facundo se criaron detrás del retablo. "Simón era inquieto. Más de una vez, se nos perdió en esas actividades. Uno lo perdía un segundo de vista y al ratito aparecía en el escenario junto a los locutores que preguntaban "¿Quiénes son los padres de este niño?", ríe Alicia ante un recuerdo que por un instante le borra el dolor que desde hace tres meses lleva puesto. A fines de los noventa, el matrimonio se separa y Alicia viaja con sus hijos a Brasil. Simón, un adolescente de 15 años, ya había realizado un curso de arreglo y armado de computadoras que profundizó en los talleres salesianos de Curitiba. A fines de 2007 volvieron a Uruguay. Simón sólo pudo conseguir trabajo en una empresa de limpieza y sería ese antecedente el que le permitiría ingresar a la panificadora Bimbo. "Simón era un muchacho tranquilo, no contradecía las órdenes que le daban sus jefes", apunta.

 

"Uno puede crecer..."

 

Simón estaba entusiasmado por ingresar a Bimbo. "Fijate, es un fábrica y uno puede crecer. No voy a estar siempre limpiando vidrios", le decía a su madre. Se convirtió en un eficiente empleado de la trasnacional mexicana, a la que ingresó en enero de 2008. Lo colocaron en tareas de limpieza en el Departamento de Sanidad. Pero en mayo, sufrió un primer accidente al cortarse con una pesada chapa de acero que resbaló de sus manos. "Casi le corta un tendón", explica Alicia. Sólo estuvo un par de días cubierto por el Banco de Seguros del Estado y regresó al trabajo. "Yo pensaba que ese sería el mayor riesgo que podría tener. Pensaba que trabajaba en una especie de confitería grande, limpiando bandejas y esas cosas. Un día me habló de esa tarea especial que hacían cada 15 días, en la limpieza de esa máquina de enfriamiento. El no quería hacer ese trabajo. Yo incluso le dije que pidiera para entrar a la planta y me contó que pensaba pedir traslado pero para otra planta en Paraguay, donde podía tener más posibilidades. Lo había hablado con la psicóloga de la empresa. Pero él no era un muchacho muy ambicioso, a diferencia de su hermano". Simón no dejaba su pasión por la computación. Vendió un celular, consiguió un préstamo y fue armando su propio ordenador. Incluso le armó otra computadora a un compañero de trabajo. "El hermano, Facundo, me decía que en eso "andaba volando". Era lo que más le gustaba. Volvía de trabajar y se metía en la computación. También le encantaba el cine y la música. Tenía temas de No Te Va Gustar, Bajofondo, Omar o la Bersuit. No tenía vicios, aunque no hacía deportes. Era muy familiar". Un poco después de ingresar a Bimbo, Simón comentó que había algunos problemas laborales. No había un sindicato organizado en la empresa, donde se rota personal joven con bajos sueldos, en un clásico estilo de organización trasnacional. La tarea de limpieza la realizaban cinco personas, pero dos habían sido despedidas por reducción de personal cuatro meses antes. "Cuando después de lo que pasó hablé con algunos compañeros, vi que tenían miedo", cuenta Alicia.

 

"Atrapado y arrastrado"

 

El 3 de setiembre, Simón fue a trabajar como todos los días. Tres horas después sufría un accidente laboral que le costó la vida. Existen contradicciones entre lo que dijeron funcionarios de la empresa a su madre, Alicia, y lo que narran los partes policiales de la Seccional 8ª, a cargo del incidente. La limpieza de una de las máquinas enfriadoras no se hizo con el equipo apagado y Simón estaba solo cuando fue arrastrado por los engranajes del aparato. Las pericias indicarían que su cuerpo fue apresado durante 15 minutos antes de que recibiera auxilio. La investigación de la Inspección General del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social describe: "Durante la realización de la limpieza del enfriador número 1 y en el momento en que el operario se encontraba en las proximidades del acceso a dicho equipo, donde existe una discontinuidad en la plataforma de trabajo y se encuentra además el sistema de transmisión del enfriador 1, fue atrapado y arrastrado por el mismo".

 

"Presumiblemente –agrega- intentaba pasar de un lado a otro de la plataforma con el cinturón de seguridad colocado y éste fue enganchado y arrastrado por el sistema de transmisión del enfriador, quedando atrapado, a la altura del segundo y tercer disco los cuales se encontraban en movimiento y sin protección de defensa (resguardo)". El informe del MTSS al que accedió LA REPUBLICA señala en su Punto 5, como causa del mortal accidente, razones técnicas y humanas. En lo técnico, había un "riesgo de origen mecánico", por falta de protección en el sistema, "existiendo riesgo de arrastre, trituración y atrapamiento". Agrega que la máquina estaba en movimiento, no existía un procedimiento de trabajo seguro, ni señalización de seguridad. En las causas humanas, apunta que "la empresa no identificó el riesgo mecánico (sistema de transmisión, puntos móviles peligrosos sin protección)" y afirma que "la tarea de supervisión es realizada conjuntamente con otros trabajos" y "se evidencia que el supervisor cumple las mismas funciones que sus supervisados y al mismo tiempo, por lo que la supervisión no es constante".

 

Silencio noticioso

 

El doctor Luis Rodríguez Turrina, abogado de la familia, confía en que existen elementos probatorios a través de las distintas pericias técnicas para demostrar la responsabilidad de la empresa en la muerte de Simón Santana y sólo expresa su preocupación por la poca trascendencia que el caso a tenido a nivel de prensa. "Se informó en un noticiero de televisión y nada más se ha dicho hasta ahora", señala. El silencio sobre la muerte de Simón también se extiende a los empleados de la empresa Bimbo, que sólo mantuvo cerrada la planta en la noche del accidente, durante la cual se colocaron los resguardos y protecciones que no existían en la mortal maquinaria.

 

"Al día siguiente, los camiones de Bimbo ya estaban repartiendo los productos panificados", declara la madre, Alicia Farías, quien redactó una carta pública sobre el caso que viene siendo difundida a nivel internacional por la Secretaría Regional Latinoamericana de la UITA. El caso también ha sido tomado por el PIT-CNT, cuyo dirigente, Walter Migliónico, indicó a LA REPUBLICA que el 60 por ciento de los accidentes laborales en Uruguay se producen en trabajadores que tienen pocos meses de antigüedad en la tarea.

 

"Cuando se organiza el trabajo con la exposición de un trabajador al riesgo de tomar contacto con una maquinaria, pasa lo que pasó". "Nosotros queremos que esto no vuelva a ocurrir. Quiero que la muerte de Simón no haya sido en vano. No sé..., no puede ser que las multinacionales no valoren la integridad del ser humano. Que seamos los pobres sudamericanos a los que nos pagan tres pesos y no nos dan un mínimo de seguridad que era totalmente fácil de prever. Acá se violaron leyes laborales. A ellos no les importa nada. Si no nos gusta, cierran la planta y se van para otro lado, como han hecho tantas empresas. Tienen el capital y lo ponen donde la mano de obra sea más barata y no les creen problemas. Se habla de la seguridad en las calles y es cierto que vivimos en una locura, pero mi hijo murió por falta de seguridad en su trabajo", dijo a LA REPUBLICA la madre de Simón.

 

El osito en Uruguay

 

La marca Bimbo, identificada con un simpático osito, es líder internacional en el mercado de la panificación y pertenece a dos conglomerados económicos independientes radicados en México y España.

 

La empresa surgió en México en 1945 y veinte años después se instaló en Granollers, Barcelona, donde en 1978 los propietarios vendieron la totalidad de las acciones, que en 2001 fueron adquiridas por el Sara Lee Bakery Group. El Grupo Bimbo mexicano se expandió por 18 países de América, Europa y Asia, donde tiene más de 70 plantas, 900 centros de distribución y más de 80 mil trabajadores.

 

En 2004 registró ventas por 4.757.000.000 de dólares. En enero de 2006, Bimbo ingresó a Uruguay con la compra de las panificadoras Walter M. Doldán, Kaiser, y Los Sorchantes, con una inversión de siete millones de dólares. Un año después adquirió Pancatalán y luego El Maestro Cubano. Actualmente domina el 90 por ciento del mercado de pan industrializado y el 25 por ciento del de galletas y snacks horneados. Ahora apuntaría al mercado de chocolates con la firma Plucky SA, una empresa familiar que en 1997 obtuvo la marca Ricard junto a la maquinaria de la desaparecida Pernigotti.

 

"Una chapita y cuatro tornillos"

 

"El patrón en Uruguay tiene la responsabilidad de brindarle el deber de seguridad a los trabajadores. Esto está establecido en la Ley Nº 5.032 desde 1915. Es la contraparte a la subordinación que establece el contrato de trabajo. Cuando uno trabaja para alguien, está subordinado, porque ese alguien va a decirte lo que tenés que hacer. Eso está reconocido legalmente. Pero también está reconocido legalmente que la contraparte de eso es la obligación patronal de brindarte el deber de seguridad. La Ley 5.032 es bien clarita: los patrones quedan obligados, desde la promulgación de la presente ley, a brindar las condiciones de seguridad a efectos de evitar los accidentes ocurridos en la utilización de máquinas. Los accidentes de trabajo no son mala suerte ni el castigo divino, son la consecuencia de cómo está organizado el trabajo. Hay una responsabilidad objetiva del patrón que estaba obligado a dar seguridad. Después que pasó, en cuatro horas arreglaron el problema, poniendo una chapita con cuatro tornillos. No fue necesaria una obra de ingeniería, solo se necesitaba una protección para tapar los engranajes que le costaron la vida a Simón", explicó a LA REPUBLICA Walter Migliónico, dirigente de la Mesa del Pan, ante la central obrera PIT-CNT.

 

"No hubiera ocurrido"

 

"De acuerdo a la investigación realizada, se concluye que el accidente fue ocasionado por múltiples causas identificadas en el punto 5, por el no cumplimiento de la reglamentación vigente aplicable en materia de seguridad e higiene. De haber existido resguardo en los sistemas de transmisión del enfriador número 1, no hubiera ocurrido el accidente investigado". (Conclusiones del informe de la investigación realizada por los inspectores laborales del MTSS)

 

 

Roger Rodríguez

Tomado de La República Uruguay

9 de diciembre de 2008

 

 

 

Fotos: Patricia Iglesias

 

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