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Nestlé antepone las relaciones públicas 
 a la 
precaución en escándalo 
de la 
leche en China  | 
 
 
 
Las Olimpíadas 
llegaron y se fueron, y la melamina, el tóxico producto químico utilizado en 
la producción de plásticos, fertilizantes y tintas, entre otros, es 
nuevamente noticia.
 
 
La melamina, que puede ocasionar insuficiencia renal aguda si 
es ingerida, se ha vuelto el ingrediente favorito de los fabricantes chinos 
de alimentos para incrementar el contenido aparente de proteínas en los 
productos adulterados. A comienzos del 2007, apareció en los alimentos para 
mascotas de Norteamérica, incluso aquellos comercializados por la marca 
Purina de Nestlé. Periódicamente surge en alimentos para animales 
y hasta en la pasta de dientes. Ahora es la culpable en el creciente 
escándalo provocado por la contaminación de productos lácteos -frescos y en 
polvo- de origen chino, que ha tenido como consecuencia la muerte de, por lo 
menos, 4 bebés, que enfermaran más de 53.000 personas y debieran ser 
hospitalizadas alrededor de 13.000. 
 
En tanto otros productores lecheros iniciaron el retiro de 
sus productos del mercado y suspendieron la producción, Nestlé, 
anteponiendo las relaciones públicas a la seguridad, aseveró que "ninguno de 
sus productos en China se fabrica con leche adulterada con melamina". 
Poco después, el gobierno de Hong Kong encontró rastros de melamina 
en un producto lácteo Nestlé fabricados en China continental. 
Los rastros eran bajos, según las autoridades gubernamentales, pero se 
recomendó no dárselo a los niños. Como consecuencia del retiro llevado a 
cabo por las principales cadenas de supermercados, el producto fue 
finalmente retirado de la venta a solicitud del gobierno. Nestlé 
respondió con un comunicado de prensa en el que afirmaba que todos sus 
productos lácteos fabricados en China son "absolutamente seguros".
 
Los escándalos masivos por contaminación alimentaria, a 
menudo fatales, se han vuelto un asunto tan rutinario en China, que 
ninguna compañía, ya sea que opere directamente o a través de una joint 
venture, puede afirmar que es absolutamente segura a menos que todas las 
etapas de producción y distribución sean monitoreadas por cualquier posible 
fuente de contaminación y adulteración. La política de laxitud oficial 
bordeando en complicidad fue resumida en el diario oficial China Daily, 
que observó que los mayores productores lecheros están exonerados de las 
inspecciones de seguridad bajo el argumento de que es necesario ayudar a los 
"productores competitivos a nivel internacional de productos de alta 
calidad"… eximiéndolos de inspecciones periódicas. 
 
El explosivo crecimiento del próspero mercado chino de 
productos lácteos, cuyas ventas anuales se duplicaron en los últimos cinco 
años, hasta alcanzar los 18.000 millones de dólares, fue un importante 
acicate para esta exoneración regulatoria. Varios comentaristas chinos 
(desde entonces expulsados de Internet) han sugerido que la adulteración con 
melamina era una manera de que las compañías eludieran el creciente precio 
de los insumos. En este contexto de extendida corrupción, normas 
criminalmente laxas y total ausencia de organizaciones laborales 
independientes que monitoreen la salud y seguridad de los trabajadores y 
consumidores, las compañías tienen una particular responsabilidad. Las 
reiteraciones sobre la seguridad de los productos no son suficientes. La 
enfermedad y la muerte son el precio de la laxitud. 
 
La inquietud respecto a la seguridad de los productos lácteos 
no es nueva. En el año 2002, Nestlé ingresó a Colombia leche 
en polvo vencida, donde fue vuelta a envasar (con nuevas fechas de 
vencimiento). Los inspectores de salud la hallaron antes de ser puesta a la 
venta. Nestlé dijo que estaba re-envasando el polvo por razones de 
salud. 
 
En 2005, las autoridades chinas detectaron niveles excesivos 
de iodo en la fórmula para lactantes Nestlé. Nestlé adujo que 
los niveles eran "solo un poquito más elevados" que los límites prescritos y 
tuvo que ser obligada a retirarla de la venta y a dar eventualmente una 
disculpa. Nuevamente en 2005, esta vez en Europa, 30 millones de 
litros de productos lácteos infantiles Nestlé fueron confiscados en
Italia y los productos fueron retirados de la venta en otros cuatro 
países europeos, cuando se encontró que la tinta de los envases estaba 
traspasándose al contenido. Tetra Pak, fabricante del envase, dijo 
que estaba al tanto del problema y había cambiado sus métodos de producción 
en septiembre. El retiro de los productos se realizó recién en noviembre, 
luego que la policía italiana comenzara a confiscar el producto de 
supermercados, depósitos y camiones. Brabeck, -en aquel entonces- 
director ejecutivo de Nestlé, dijo que esto era "una tormenta en un 
vaso de agua", insistiendo en que el producto no implicaba riesgo alguno 
para la salud. 
 
Otros productores transnacionales con operaciones en China 
están lejos de haberse cubierto de gloria en este asunto; existen 
importantes lagunas en la cronología que abarca los casos de descubrimiento 
de la contaminación y la efectiva implementación del retiro de los productos 
y suspensión de la producción de los mismos. Pero Nestlé -la mayor 
compañía mundial de alimentos- nuevamente se ha distinguido por su obstinada 
insistencia en preferir la confusión a la precaución.