Uruguay

 

La despenalización del aborto,

siempre pendiendo de un hilo

  

La despenalización del aborto en Uruguay se está pareciendo a un culebrón: el parlamento siempre está a un paso de decidirla, pero a último momento algo sucede que la posterga. Y sobre ella planea la amenaza suprema: el veto presidencial.

 

La madrugada del miércoles 5 parecía que “estaban los votos” en la Cámara de Diputados para que la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, que comprende un artículo que deja sin castigo la interrupción del embarazo, fuera finalmente adoptada, luego que meses atrás hubiera recibido media sanción del Senado.

 

Bastaba para ello que la bancada del gobernante Frente Amplio, que tiene mayoría absoluta en Diputados, lo respaldara de manera unánime.

 

Pero se anunciaban posibles disidencias debidas sobre todo a cálculos de conveniencia política en función de que el presidente de la república, el socialista Tabaré Vázquez, anunció reiteradamente que vetaría toda disposición que legalice o despenalice el aborto. Se acercan las elecciones de 2009, y en el oficialismo hay quienes no quieren correr el riesgo de una disputa con Vázquez, sobre todo en la perspectiva de que éste se candidatee a la reelección (ha dicho varias veces que no, pero ahora planean dudas sobre sus reales intenciones).

 

Las negociaciones llegaron a buen puerto y para despenalizar el aborto los votos estuvieron. Parecía que el milagro se había producido.

 

No fue así: otro artículo del proyecto, sobre el cual nadie preveía que hubiera discusión, resultó rechazado luego que dos legisladores del Frente Amplio manifestaran su desacuerdo “filosófico”. Se trataba de una de las cláusulas de las disposiciones generales del proyecto, referidas a los derechos sexuales de las personas, en la que se hablaba del “carácter placentero”, además de su “función de procreación”, de la sexualidad humana. “Fijar por ley que la sexualidad tiene carácter placentero es autoritario”, dijeron los dos legisladores díscolos. Insólito.

 

El rechazo de ese artículo hizo que el proyecto fuera enviado otra vez al Senado, que deberá volver a tratarlo la semana próxima. Si en esa cámara sufriera una nueva modificación, pasaría a la Asamblea General, donde las cosas se complicarían. En el Frente Amplio ya han comenzado las negociaciones para evitar ese trajín y aprobar en el Senado el texto tal como salió de Diputados el miércoles 5, es decir sin el artículo cuestionado por los dos legisladores que no lo votaron.

 

Si el Frente Amplio resolviera sus disputas internas y el proyecto se aprobara, el paso que se estaría dando sería gigantesco: Uruguay se convertiría en el único país del MERCOSUR en haber despenalizado el aborto, cuya práctica clandestina ha sido identificada como una de las principales causales de mortalidad y morbilidad femenina en este país. En América Latina, sólo Cuba, Guyana, Puerto Rico, la capital mexicana (no así el resto del país) y en buena medida Colombia autorizan las interrupciones voluntarias de embarazos. En el resto del área son ilegales y penadas con cárcel, salvo excepciones que varían según los países. Chile, Nicaragua, El Salvador y Honduras no las toleran en ningún caso, ni siquiera por “razones terapéuticas” (para salvar la vida de la madre o por malformaciones del feto).

 

Claro que si el Parlamento uruguayo decidiera dar el paso y tras años de intentos frustrados despenalizara el aborto, quedará otro escollo, que ese sí sería infranqueable: el veto presidencial. El Frente Amplio no cuenta con el número suficiente de legisladores como para “levantar” un veto (se requieren mayorías especiales, y son muy pocos los legisladores de la oposición, apenas un par de senadores, partidarios de acabar con la actual legislación).

 

Organizaciones de mujeres, movimientos sociales de todo pelo y señal y buena parte de los militantes de los partidos que integran la coalición de gobierno esperan que el presidente no anteponga sus convicciones personales a los derechos (a la salud, a su integridad, a decidir su vida) de la mayoría de la población del país (las mujeres) y finalmente no bloquee una ley que también tendría un efecto socialmente democratizador (apenas una porción de las 30.000 uruguayas que cada año se practican abortos pueden pagar los 700 dólares que cobran las clínicas que lo realizan en forma relativamente segura).

 

Esperan igualmente que así como Vázquez parece haber cambiado de opinión respecto a su reelección, contrariando una postura histórica de la izquierda uruguaya, la cambie igualmente respecto a un proyecto promovido por la gran mayoría de su propia fuerza política.

 

 

En Montevideo, Daniel Gatti
Rel-UITA
7 de noviembre de 2008

Foto: santiagoflores.net

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