Perú

Mujeres que salen

de la invisibilidad

 

Campaña por el Derecho a la Identidad de la Mujer Rural 

Delfina:

“Me decían que las mujeres no necesitan documento”

 

Delfina tiene 26 años y cuatro hijos, la mayor está en el tercer grado de primaria y ya sabe leer y escribir, a diferencia suya que nunca pudo ir a la escuela. Para su padre no era importante que asistiera al colegio, pues resultaba más útil en la casa. Tenía que ayudar a cocinar, a cuidar a los animales, y en las labores agrícolas.

 

Sin saber leer y escribir, envuelta en las responsabilidades domésticas y familiares que empezaron a los 16 años con el nacimiento de Roxana, su primera hija, Delfina no daba importancia al hecho de ser una persona sin documento de identidad.

 

Ella, una mujer con nombre propio, madre de cuatro niños, vecina, integrante de una comunidad, no existía oficialmente para el Estado. Era una del millón y medio de personas indocumentadas que existen en el Perú.

 

“Tengo mi partida de nacimiento, allí está mi nombre, mi papá me inscribió, pero cuando tenía 13 años me fui a trabajar a un casa y después me casé. En mi casa nos decían a mí y a mis hermanas que para qué íbamos a necesitar nosotras documento, que a los varones les hace falta pero a las mujeres no”.

 

No hay resentimiento en la voz de Delfina, rodeada por sus pequeños que juegan en el estrecho patio de su vivienda de barro ubicada en la comunidad de Huacatalla, en la provincia de Paruro. Responde a esta entrevista con su pequeña Rosmery en brazos, de apenas tres meses de nacida.

 

Su esposo, Miguel Quispe, está cerca de ella, escuchando el diálogo que se realiza con el apoyo de una traductora pues Delfina se comunica en quechua, su idioma principal. Entiende poco el castellano.

 

La necesidad de contar con un documento de identidad surgió con la llegada de sus hijos. Cuando los llevaba a la posta le pedían su DNI (Documento Nacional de Identidad). Ella inventaba que estaba en trámite y pedía que le hicieran el favor de atender a sus niños. Así una y otra vez, mientras el tiempo seguía transcurriendo.

 

Pero, ¿cómo tramitar el documento? No era nada fácil, debía viajar a la capital para ir al Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC), pagar el costo de los trámites, sacarse la fotografía y retornar posteriormente para recoger su DNI. La falta de información clara y los altos costos que suponían todos estos pasos que bordeaban los 150 soles (un poco más de 45 dólares), levantaron barreras infranqueables para Delfina.

 

Pero en 2004 su vecina doña Paulina le contó que empezaba una campaña para sacar el documento en forma gratuita, sin costo alguno. Paulina era una de las lideresas de la comunidad capacitadas por la organización feminista Flora Tristán, en el marco de su campaña para promover la documentación de las mujeres de zonas rurales.

 

Delfina recuerda que se emocionó y le contó a su esposo que ahora sí podría tener su DNI igual que él, que ya no pasaría la vergüenza de que le recriminaran no contar con su documento en los establecimientos de salud, y que podría inclusive pensar en trabajar.

 

 “En el municipio solicitaban mujeres para trabajar barriendo las calles, y cuando fui me pidieron el DNI, pero yo no tenía. Ni siquiera me inscribieron”, recuerda.

 

En 2004, tras ser empadronada y con la presentación de su partida de nacimiento, Delfina tuvo por primera vez en sus manos el documento que acreditaba su existencia y la sacaba de la enorme lista de NN que continúan siendo seres invisibles para la sociedad y el país entero.

 

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Por Enildo Iglesias

“Me dio risa cuando vi mi foto; allí estaba yo, podía ver mi cara. No sé leer pero sé que están puestos mis datos, eso me alegra. Las personas que se han enterado me han felicitado; me dicen: ‘¡Qué bien que ya sacaste tu DNI, Delfina!’”, cuenta sonriendo.

 

Ahora no recurre a excusas cuando va a la posta para la atención de alguno de sus hijos, y se ha sentido segura al momento de matricularlos en el colegio. “Yo misma he ido y cuando me han pedido mi DNI les he enseñado, no he tenido problemas”.

 

Suele guardar su documento dentro de una mica que a su vez coloca en el centro de un cuaderno. Sin embargo, pasó una gran preocupación cuando se quedó retenido como garantía para el pago de una deuda. Una de sus cabras ingresó a la casa vecina causando destrozos en el maizal. Para garantizar el pago por los daños, valuados en 20 nuevos soles (aproximadamente seis dólares), los vecinos exigieron una prenda, y ésta fue el DNI de Delfina. Juntar ese dinero no ha sido nada fácil, en el campo los ingresos diarios son magros, la gente vive de la venta de sus productos y estos tienen precios muy bajos. Por ejemplo, el dinero que obtienen por una arroba (12 kilos) de papas no pasa de los tres soles (menos de un dólar) y alcanza apenas para un litro de aceite.

 

Pero la deuda fue saldada porque Delfina quería ir a votar (*), participar por primera vez en las elecciones. Ya tenía definido a su candidato. “Nunca antes he votado en mi vida; ahora voy a ser de las personas que eligen a sus autoridades”.

 

Contar con el DNI le abre a Delfina las puertas para ejercer derechos antes ajenos a ella, y tener la certeza de que su experiencia no se repetirá con sus niños. “Yo no voy a dejar que se queden sin su documento”, afirma y comparte su sueño de poner, más adelante, un negocio de comida. Sabe que no hay muchos compradores, pero también que vale la pena persistir en lo que se desea.

 

Mariela Jara

Convenio Flora Tristán / Rel-UITA

18 de abril de 2006 

 

(*) Elecciones generales 2006 realizadas el 9 de abril para la presidencia del a República, Congreso Nacional y Parlamento Andino

 

 

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