Entrevista a Juan Carlos Hiba,

especialista en Riesgos del Trabajo de la OIT

“Los accidentes de trabajo no son cosa del destino y se deben prevenir”

La OIT adoptó el 28 de abril como un día de conmemoración por los muertos como consecuencia del trabajo, en homenaje a la muerte de decenas de trabajadores de la construcción en Estados Unidos, cuando se desmoronó el edificio que estaban construyendo en 1987. Noticias Gremiales habló con Juan Carlos Hiba, especialistas de la OIT en Riesgos del Trabajo quien se refirió a la situación de la higiene y seguridad laboral en el mundo. 

 

-La gran mayoría de ellas pueden y deben prevenirse. Entendemos que la muerte en el trabajo no es una cosa del destino, que los accidentes no ocurren porque si, que las enfermedades que afectan a los trabajadores por su tarea laboral no son producto del azar. Todas ellas tienen sus causas y merecen investigarse y sobretodo merecen acciones de prevención y promoción. En América Latina se pierden en el orden de 22 millones de jornadas de trabajo por año originadas en accidentes del trabajo y enfermedades profesionales. Jornadas que llevan a que por tres días o más los trabajadores interrumpan sus tareas. Esa cifra, calculada en base a la remuneración de un trabajador de la industria manufacturera, semicalificado o no calificado, que esta en el orden de los cuatro dólares por hora, significan 100 millones de dólares por año.

 

Comparado con los 78 mil millones parece pequeña pero es otro ingrediente que nos muestra que, más allá de los costos de los accidentes mortales, también tiene sus consecuencias en costos los accidentes que requieren la interrupción del trabajo por parte del afectado por tres días o más.

 

-¿La salud y seguridad en el trabajo es otra víctima de la competencia salvaje?

 

-La seguridad y la salud en el trabajo y la calidad de la vida laboral es importante en términos generales para América latina. Fíjese que la mayoría de los países de la región ahora están como consecuencia de un proceso de globalización de las economías en una búsqueda por lo menos declarada de los gobiernos, de una mayor competitividad y de una mayor productividad. Las empresas necesitan ser más productivas y quieren ser más competitivas. Ahora bien, esa búsqueda es lo que interesa a los países que están en búsqueda de un mayor desarrollo, pero para ese desarrollo sostenido y sostenible, hay algunos requisitos que son sustantivos y uno de ellos es el valor de la educación. Para lograr un desarrollo sostenido se necesita gente que sepa, que tenga conocimientos para producir y para trabajar pero también se necesita tener gente sana y de ahí surge el valor de la salud por un lado y de la educación por el otro. Dos principios básicos estratégicos que todos los gobiernos y las políticas de Estado plantean.

 

-¿Cuál es la situación de la higiene y seguridad en el mundo?

 

-Cuando uno mira los indicadores acerca de la realidad de accidentes de trabajo, accidentes mortales, lesiones o enfermedades de trabajo llamadas profesionales, son muy significativas en términos generales en el mundo. Hemos estimado que cinco mil personas por día están muriendo en el mundo. Además del daño a los trabajadores y del dolor de sus familias esto tiene un componente económico, los costos de reparación, de rehabilitación en el caso de accidentes y otras pérdidas que se han estimado en el orden del 4% del Producto Bruto Interno (PBI) mundial, lo que representa un millón doscientos cincuenta mil millones de dólares. Hay que aclarar que las cifras de que dispone OIT son escasas, atrasadas e incompletas ya que no todos los países reportan los accidentes laborales a la OIT para que podamos hacer estas estadísticas.

 

-¿Hay datos de América latina?

 

-Si hablamos de América Latina, ese 4% de todo el PBI da unos 78 mil millones de dólares que se gastan por año en compensaciones. Esa cifra es el PBI, por ejemplo, de Colombia que esta en 81 mil millones de dólares. Es decir que todo lo que produce un país como Colombia, que no es pequeño, se destina en la región a compensar los accidentes de trabajo.

 

Los reportes que los países de América Latina hacen a la OIT, recalcando que a veces llegan atrasados e incompletos, nos permite estimar que hay alrededor de 30 mil accidentes mortales por año de los cuales cerca de 14 mil se producen en la agricultura, unos 5.600 en la industria y alrededor de 10 mil en los servicios. De esas cifras estimadas, sólo entre el 20 y el 25% se reportan a la OIT.

 

-¿Estos datos incluyen los accidentes en los empleos no registrados?

 

-En general los reportes que hace los países en esta materia provienen de estadísticas recopiladas algunas veces por el Ministerio de Trabajo, otras veces por las empresas aseguradoras de riesgos, como ocurre en Argentina, Chile y Colombia, pero en todo caso son de la economía formal y esta es solo una parte de la economía de los países.

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 ACTRAV / OIT

 

Día internacional

de la salud

y la seguridad

en el trabajo.

 

Por

Milagros Díaz

 

 

Las economías informales en términos generales representan ya más del 50% de las economías de cada uno de los países. Y de esos sectores productivos informales no tenemos cifras. Hay muy pocos países que tienen sistemas de seguridad y salud en el trabajo que les permita organizar de manera sistemática la recopilación de esa información. Ante eso nosotros entendemos que esas lesiones y enfermedades vayan aparejadas de manera antinatural con el trabajo.

 

-¿Estas enfermedades profesionales son prevenibles? ¿Y cuál es el aporte de la calidad de la vida laboral en esto?

 

-Es que debe ser capaz de asegurar que la gente pueda trabajar de manera productiva a lo largo de toda la jornada laboral, que los trabajadores puedan ejercer todo su conocimiento, toda su energía, de manera productiva sin tener temores a sufrir accidentes, a desconocer las máquinas con que están operando, a conocer los riesgos que tienen las sustancias peligrosas que puedan estar manejando, de manera tal que, apostar por una mejor calidad de vida laboral y, fundamentalmente, la cuestión de la seguridad y salud en el trabajo optando por acciones de prevención en esta materia es sustantivo si es que nuestros países quieren realmente plantear seriamente el tema de lograr un desarrollo sostenido y una mayor productividad y competitividad.

 

Si miramos los estudios realizados por los países desarrollados en materia de competitividad, encontramos que son más competitivos porque, entre otros factores, tienen menores tasas de accidentes de trabajo y de enfermedades profesionales. Esta cuestión de competitividad y productividad hay que verla con los pies sobre la tierra en el plano de las empresas, que es donde hay que entender que la calidad de la vida laboral debe ser donde se preste atención a la manera en que se gestione la seguridad y la salud en el trabajo. Es necesario que las empresas puedan adoptar sistemas de gestión de la seguridad y salud en el trabajo en la que se pueda entender que los trabajadores tienen mucho que decir en la materia. La OIT ha publicado hace algún tiempo un documento donde se plantean algunas directrices para el diseño de este tipo de sistemas de gestión que lo estamos promoviendo en los países con miras a que adopten voluntariamente estas técnicas.

 

-¿Cómo encaran los gobiernos de América Latina la cuestión de la salud y seguridad en el trabajo?

 

-Algunos indicadores cualitativos, no cuantitativos, nos marca que en términos generales los ministerios de trabajos disponen de recursos reducidos para asegurar más y mejores intervenciones en materia de seguridad y salud en el trabajo. Tienen a veces limitaciones para poner en marcha programas de recalificación y de mejoramientos de las competencias de sus funcionaros, en especial de los inspectores de trabajo. Otro punto, y este es dramático, es el enorme subregistro que hemos encontrado en materia de accidentes de trabajo y qué decir en materia de enfermedades profesionales.

 

Encontramos algunos países como Argentina, Chile, Colombia, Brasil, que están haciendo esfuerzos para disponer de datos estadísticos, pero siempre del sector formal de la economía, que igualmente ayudan a conocer los tipos de accidentes, la naturaleza de las enfermedades ocupacionales y a diseñar políticas de prevención de distintos tipos, pero el subregistro es muy grande. Creo que la Organización Panamericana de la Salud había señalado que se estaba registrando entre el 5 y el 10 por ciento de todos los accidentes de trabajo en promedio, en términos generales en toda América Latina. De manera tal que en este sentido de las cifras de los accidentes que llevan a interrumpir el trabajo dos, tres, cinco días hay muy poca información.

 

-¿Existen sistemas de control para la salud y seguridad en el trabajo?

 

-Observamos una escasa interacción entre todas las autoridades e instituciones competentes en prevención de accidentes de trabajo. No existen en términos generales y no están funcionando en los países de América latina lo que la OIT llama sistemas nacionales de seguridad y salud en el trabajo. Nosotros entendemos que la salud y seguridad en el trabajo debería verse desde la perspectiva sistémica en donde cuando uno trabaja con ese concepto puede identificar, por un lado, todos los componentes de ese sistema, cuál es el estado de cada uno de los componentes del sistema. La OIT tiene sus políticas y el apoyo en cada uno de los países a las instituciones que les interese actuar dentro de este sistema, para ayudar a realizar un diagnóstico y conocer el estado de situación de cada uno de los sistemas, sobre todo para poder identificar los problemas que hay para que todo funcione como un sistema.

 

-¿Puede citar ejemplos?

 

-En el caso del Perú, que es un país donde resido hace cinco años, hay cuatro instituciones que llevan registros sobre accidentes, no sólo mortales, de trabajo: el Ministerio de Trabajo, que con sus inspectores actúa de oficio o por denuncias visitando empresas; el Ministerio de Salud, que, a través de los hospitales, tiene sus datos estadísticos de los orígenes de las dolencias; el Instituto Nacional de Seguridad Social, que maneja un presupuesto a partir de la contribución de trabajadores y empresas formales y que brinda servicios a través de hospitales propios y también tienen sus registros de accidentes laborales y el Ministerio de Energía y Minas, la minería aporta el 50 por ciento del PB nacional, también lleva sus propias estadísticas. Pero no hay un sistema que permita poner juntas a todas estas estadísticas de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.

 

En eso estamos trabajando, en el diseño de un sistema nacional de registro y notificación de accidentes de trabajo y todavía no han incluido a las enfermedades profesionales. Esta situación se refleja en muchos países de la región. Esta cuestión de los sistemas nacionales de seguridad y salud en el trabajo en general en los países de América Latina es otro de los indicadores cualitativos que muestran que aun hay mucho por hacer en la región.

 

-¿Qué lugar ocupa la participación sindical en el diseño de los sistemas de prevención laboral?

 

-Hemos detectado que es débil, en materia de seguridad y salud en el trabajo, lo relacionado con lo que la OIT llama el diálogo social y las consultas tripartitas o bipartitas en materia de la negociación colectiva referidas a seguridad y salud en el trabajo. Porque no hay muchos países que tengan la experiencia de la Argentina en materia de negociación colectiva. Por distintas razones políticas, a lo largo de décadas, en algunos países se ha desarrollado más esta capacidad de negociación de los sindicatos con las organizaciones de empleadores pero en otros se ha desarrollado mucho menos. Allí encontramos, entonces, que los actores sociales en términos generales han perdido mucha capacidad y calidad para saber negociar y buscar la concertación.

 

-¿Qué otras falencias encuentran en esta materia?

 

-Un indicador cualitativo de la situación en los países de la región en materia de seguridad y salud en el trabajo es la falta de ratificación de lo que la OIT considera los convenios fundamentales en esta área. La región no ha adoptado en su mayoría el convenio sustantivo en esta materia que es el Nº 155 de seguridad y salud de los trabajadores. Desde 1988 sólo lo ha hecho Venezuela, en la zona de los países andinos. Es importante este convenio porque obliga al país que lo ratifica a tener una política nacional en materia de seguridad y salud en el trabajo. Esto conlleva la sanción de una ley nacional que regle el campo de acción y se establezca las responsabilidades de los empleadores y los derechos y obligaciones de los trabajadores.

 

En América Latina la OIT esta dispuesta a brindar asesoramiento en la medida que los gobiernos de turno lo soliciten para la ratificación de este convenio. El 161 es otro convenio importante que tampoco ha sido ratificado en la gran mayoría de los países de América latina. Se refiere a los servicios de salud de las empresas para los trabajadores. Son dos convenios que son muy importantes para asegurar una mejor calidad de la vida laboral.

 

-¿Qué perspectivas augura para el futuro?

 

-Estamos observando una tendencia en términos generales a una convergencia de las legislaciones en materia de seguridad y salud en el trabajo entre los países y esto es consecuencia de los procesos de integración regional que están ocurriendo caso Mercosur, Países Andinos. Lo mismo sucede en América Central. Esta convergencia se da para evitar una especie de dumping social entre los países donde unos ofrecen condiciones de trabajo menos ventajosas para los trabajadores y en definitiva con costos laborales menores que atraigan capitales en desmedro de sus vecinos.

 

 

Enrique Dichiera

Carlos Chichizola

Noticias Gremiales

28 de abril de 2004

 

 

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