En Entre Ríos y Santa Fe
insisten con las denuncias por el uso de glifosato y
endosulfan, dos agrotóxicos muy contaminantes.
El Dr. Gabriel Gianfellice, médico rural de Cerrito,
describió casos de muertes prenatales, embarazos que no
llegan a término, casos de cáncer y arroyos sembrados de
peces muertos. El modelo sojero funciona sobre la base
del glifosato pero las denuncias que se han hecho han
sido ignoradas por los importantes intereses en juego.
Convivir con el glifosato y el endosulfán, dos agrotóxicos
altamente contaminantes en la región, constituyen un
panorama desalentador en el que viven expuestas muchas
familias. "Nos habían dicho que el glifosato era agüita
del cerro, hoy día se sabe que nos mintieron", asegura
el médico rural de Cerrito, Gabriel Gianfellice.
El profesional vive hace 28 años en Cerrito, a 50 kilómetros
de la ciudad de Paraná. Aturdido por las muertes
prenatales, los embarazos que no llegaban a término, los
casos de cáncer y los arroyos sembrados de peces
muertos, escribió el libro La soja, la salud y la gente,
en el que
afirma que en el pueblo hubo un antes y un después de la
soja transgénica.
A partir del año 2000 comenzó a percibir los efectos adversos
con la reproducción, la gestación y la correcta
formación de los órganos durante el embarazo y problemas
de fertilidad. "Ni hablar de enfermedades respiratorias,
que crecieron más de un ciento por ciento. Vivimos
fumigados, los avioncitos pasan sobre nuestras cabezas
constantemente y los pacientes muestran efectos nocivos.
El paraje rural Rosario del Tala, departamento de
Gualeguaychú, es conocido por el caso de "los primitos
Portillo". Entre mayo de 2000 y enero de 2007
fallecieron Alexis (de un año y medio), Rocío
y Cristian (ambos de 8). Norma Portillo,
mamá de Cristian, no tiene dudas: "Cuando
fumigaban, nos encerrábamos en la pieza. Por días nos
dolía la cabeza, nos picaba la garganta y los ojos. Y si
llovía, el arroyo bajaba con peces muertos, el veneno no
deja nada".
También en Santa Fe
En Bigand, una localidad de 5.000 habitantes al sur de Santa
Fe, el Ministerio de Salud de Nación realizó un estudio
con el objetivo de "determinar factores de
vulnerabilidad en poblaciones expuestas a los
plaguicidas". En el marco del Plan Nacional de Gestión
Ambiental, las conclusiones detallaron: "Más de la mitad
de los encuestados y el 100 por ciento de los
fumigadores refieren que ellos o conocidos estuvieron
intoxicados alguna vez. El 90 por ciento señala que no
existen personas resistentes a las intoxicaciones". El
trabajo, realizado en 2002, confirma efectos agudos como
alergias, dolor de cabeza, mareos, irritación
respiratoria, dérmica y de ojos. Son mencionados más de
40 pesticidas, predominando el uso de glifosato,
denuncia la investigación.
En todo el país
Maira Castillo vive en Quimilí, pleno monte santiagueño, y
tuvo su primera intoxicación aguda a los 4 años. En el
hospital local le diagnosticaron envenenamiento con
agrotóxicos y la derivaron de urgencia al Garrahan, en
Buenos Aires. La vivienda familiar está rodeada de
campos con soja, rociados periódicamente con glifosato.
El químico le afectó la vista, la piel y el sistema
respiratorio.
El Movimiento Campesino de Santiago del Estero, donde militan
los Castillo, denuncia desde hace diez años los
efectos sociales, ambientales y sanitarios del modelo
sojero. Contabiliza un centenar de denuncias por
envenenamiento con agroquímicos, pero ninguna tuvo fallo
favorable.
"Ni un metro menos. La tierra es nuestra", es una de las
consignas del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC), que
resiste el avance de empresarios sojeros que pretenden
quedarse con sus tierras. A las continuas amenazas y
atropellos, se sumaron las fumigaciones sobre los
ranchos rurales. "Nos arruinan los sembradíos para
autoconsumo, matan los animales y ya hubo
intoxicaciones. Lo que no pudieron hacer con las
topadoras lo quieren lograr con el veneno para la soja",
afirmaron desde el MCC, que denunció fumigaciones
indiscriminadas en Sebastián Elcano, Jesús María y San
Francisco.
La ONG Centro de Estudios Nelson Mandela acaba de publicar el informe "Una
tragedia colectiva: malformaciones por el uso de
agroquímicos". Denuncia que el Chaco es zona liberada
para los agrotóxicos y causante de malformaciones de
bebés. "La intoxicación crónica por el uso de
agroquímicos provoca modificaciones o mutaciones del
genoma humano. Pero los gobiernos miran para otro lado",
denuncia el trabajo, que también responsabiliza a los
productores agropecuarios por "provocar daño sanitario,
social y ambiental" en pos de obtener mayor
rentabilidad. En diciembre último, en una entrevista al
diario Chaco Día por Día, el jefe de Biología Molecular
del Instituto de Medicina Regional (IMR), Horacio
Lucero, advirtió el incremento de casos de cáncer y
malformaciones a causa del uso de agrotóxicos sojeros en
el sudoeste chaqueño. "No es un designio de Dios tener
un chico malformado. Es un designio de la gente que está
cohabitando su propia tierra", aseguró.
Sólo una vez la Justicia falló contra el modelo sojero.
Campesinos formoseños del poblado Colonia Loma Senés
denunciaron en 2003 las fumigaciones con glifosato en la
zona. Exhibieron sus plantaciones arruinadas, mostraron
certificados médicos que confirmaban síntomas de
envenenamiento y fotografías de sus animales muertos.
La jueza Silvia Amanda
Sevilla ordenó el cese inmediato de las fumigaciones con
Roundup (nombre comercial del glifosato), fue la primera
vez que se dictó una medida de ese tipo. Desde entonces,
la magistrada fue declarada enemiga de las empresas de
monocultivos y comenzó un proceso de hostigamiento por
parte de pares, superiores y el poder político. En
diciembre de 2007 fue echada de su cargo. Ningún otro
juez prohibió las fumigaciones.
Tomado
de Argenpress
15 de
enero de 2009