El
Cónsul de los agrotóxicos
La
prensa italiana escandalizada por el caso IRC
y la
condecoración a Carlos Pellas
En su primera publicación del año,
la importante revista italiana
Diario, con difusión a nivel nacional, se interesó en el
dramático caso de los ex trabajadores azucareros del
Ingenio San Antonio,
propiedad de la Nicaragua
Sugar Estate Ltd., que integra el
Grupo Pellas, que
están falleciendo a diario por Insuficiencia Renal Crónica (IRC).
La periodista
italiana Cristina Artoni1,
quien recientemente viajó por Centroamérica como miembro de la
Caravana del Agua, escribió un largo y muy emotivo reportaje titulado
“El Cónsul de los agrotóxicos - En Nicaragua un empresario envenena el
agua e Italia lo premia”, describiendo de manera muy certera la
trágica realidad de los cañeros nicaragüenses, la que pudo comprobar al
llegar con la Caravana a Chichigalpa, en el occidente de
Nicaragua.
En el reportaje, la
periodista enfoca también las responsabilidades del
Grupo Pellas y del
gobierno italiano, al entregarle la condecoración “Ordine Della Stella
Della Solidarietá Italiana”, en su máximo grado de Grande Ufficiale, a
su presidente Carlos Pellas,
y al nombrarlo Cónsul honorario de
Italia en la ciudad de
Granada, Nicaragua.
Miles de ex
trabajadores están denunciando la corresponsabilidad del
Grupo Pellas en ese
caso, por el uso indiscriminado de agrotóxicos y la contaminación de los
recursos hídricos. Según datos proporcionados por la Asociación
Nicaragüense de Afectados por Insuficiencia Renal Crónica (ANAIRC),
afiliada a la UITA,
serían ya más de 3 mil los fallecidos en los últimos años y todo indica
que este angustiante proceso está muy lejos de disminuir. En octubre del
año pasado, el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), en su
sesión centroamericana acusó y sentenció ética y moralmente al
Grupo Pellas.
“‘Adelante, alguien tiene que contar su historia... ¿Qué es lo que
tienen? ¿Dolor de cabeza?’.
Carmen Ríos,
presidenta de ANAIRC, recalca sus palabras y con sus brazos
acerca el micrófono a los ciudadanos de Chichigalpa. Para algunos, ese
puñado de metros que los separa de los parlantes son kilómetros.
Levantarse de la silla significa quedar al desnudo. Y es algo a lo que
no es fácil acostumbrarse. Bajo una carpa, en un patio soleado, en un
pequeño centro del departamento de León, a sólo dos horas de la capital
Managua, unas 50 personas afectadas por Insuficiencia Renal Crónica se
han reunido para contar quién y qué cosa les está arrancando la vida.
Pero la única que todavía tiene voz para denunciar es Carmen, y
sabe perfectamente que el dolor de cabeza sería lo menos en este
momento’”.
El dramático relato
sigue con los testimonios de ex trabajadores azucareros que están
gravemente enfermos.
“Abriéndose camino entre las sillas avanza Juan. Lleva puesto un
sombrero de vaquero y se sacude aquella resistencia transparente que lo
llevaría a quedarse en un rincón. ‘Les agradezco de corazón por estar
aquí, de haber venido a visitarnos’. Juan tiene 50 años, 26 de
ellos trabajando en el
Ingenio San Antonio.
Todos los trabajadores están convencidos de que el uso masivo de
agrotóxicos en los cañaverales, también para producir el ron Flor de
Caña, está sembrando la muerte entre ellos. ‘Trabajábamos entre ocho
y 16 horas diarias. Así es la vida. Te impone estas reglas para
sobrevivir. Ahora, en Chichigalpa, por culpa de los europeos, en una
semana pueden morir de seis a siete personas. En los últimos días hemos
enterrado a 30 compañeros. Esta enfermedad es peor que el cáncer’”.
Para Cristina Artoni,
quien conversó con Sirel, “Las miradas silenciosas de las
personas que encontré en Chichigalpa me animaron a escribir este
reportaje. Pese al poco tiempo que estuve con ellas pude percibir la
gran cantidad de cosas que esas miradas querían decirnos a los que
participamos a la Caravana del Agua. Espero –continuó Artoni– que
este pequeño esfuerzo sea el primero de muchos otros, para que en
Italia la gente se entere de lo que está pasando en Nicaragua.
Los cañeros saben que el futuro no es de ellos, sino de los miles de
niños que se están criando en estas zonas contaminadas, y es sobre todo
por ellos que están luchando. Ojalá este esfuerzo informativo sirva
también para ellos”, explicó la periodista italiana.
La historia de esta
tragedia la sintetiza Carmen
Ríos en el artículo de Artoni.
“En 1969 la familia
Pellas adquirió grandes extensiones de tierra en esta zona del
país para el monocultivo de caña y la producción de licor. Todos
nosotros somos trabajadores del sector agroalimentario. A partir de
1990, en la ciudadela que la empresa había creado para los trabajadores,
comenzó a morir gente, y seguían muriendo y muriendo. Comenzamos a
protestar y aconsejamos a los
Pellas
que cerraran la ciudadela. La cantidad de muertos aumentó de manera
impresionante”.
Actualmente son más
de 3 mil los fallecidos y se contabilizan en más de 5 mil los que están
enfermos. Cada día ese número va aumentando.
Artoni señala muy
claramente cuál es actualmente la posición del
Grupo Pellas con
respecto a lo que está ocurriendo.
Según la presidenta
de ANAIRC, “‘La
familia Pellas,
originaria de Génova,
Italia,
se estableció en
Nicaragua
a fin de 1800. En 100 años levantó la empresa más importante del país.
Ahora el señor
Pellas
dice que no quiere oír hablar de indemnizaciones, pero queremos
recordarle que es responsable de la realidad que estamos viviendo”. La
empresa decidió negar todo. Acusa a los enfermos de ser borrachos y
drogados y sostiene que otras son las causas de la enfermedad. Pero el
agua del departamento está contaminada. Lo dicen los análisis, aunque la
contaminación no es responsabilidad exclusiva del Ingenio. Según
un estudio realizado en 2006 por la Universidad Autónoma de
Nicaragua,
el 95 por ciento de los 26 pozos que abastecen el territorio norte-oeste
del país y el 95,7 por ciento de las muestras de 65 pozos familiares
está contaminado por heces, herbicidas, bacterias y agrotóxicos. En la
falda acuífera entre León y Chinandega se detectó una presencia muy
elevada de residuos de
DDT,
DDE,
Toxafeno,
Endrin
y Methil
Paration”.
Esta situación y las
dudas que genera no fueron motivos suficientes para que el ex embajador
italiano en Nicaragua
pensara dos veces antes de proponer al Presidente de la
República de Italia y al Ministerio del Exterior otorgarle a
Carlos Pellas
una importante condecoración, y hasta el Consulado honorario en la
ciudad de Granada.
“En octubre pasado, el embajador de Italia en Nicaragua,
Alberto Boniver, condecoró al señor
Carlos Pellas
Chamorro
con el Ordine Della Stella Della Solidarietá Italiana, en su máximo
grado de Grande Ufficiale, y lo nombró Cónsul honorario de la ciudad de
Granada. Pocos días antes, el Tribunal de los Pueblos (TPP) había
condenado ética y moralmente al
Grupo Pellas
por ser responsable de la enfermedad y muerte de miles de personas. El
TPP
pidió también ‘el establecimiento de condiciones de responsabilidad
universal, tales como sanciones jurídicas eficaces, difusión publica de
la condena, confiscación de los instrumentos del delito producido,
multas, reparación estricta del daño causado y, en definitiva, la
disolución de la empresa’. Para la comunidad de Chichigalpa sería
suficiente que se supiera de sus muertos, de su dolor”.
“La
ilusíon no es parte de Chichigalpa –continúa el artículo de Artoni-.
Los habitantes han visto demasiadas cosas para creer. ‘Sabemos que no
nos van a dar nada -dice
Carmen Ríos-,
son demasiado poderosos. Pero por lo menos queremos que el mundo se
entere, que se rompa esta cortina de silencio cómplice. Que en la rica
Europa por fin se hable de los desastres causados por los venenos
de sus sociedades, que al final hasta reciben premios’”.
“Cuando cuento a la gente lo que está pasando en Nicaragua –dijo
Artoni– me doy cuenta de que no saben absolutamente nada. Creo
que la situación pueda cambiar, y escribir es un pequeño instrumento
para hacerlo. Es evidente que estamos frente a un ejemplo muy claro de
lo que el modelo neoliberal ha provocado en estos países, y en Europa
en los últimos años ha venido desarrollándose un movimiento de
organizaciones y personas que han ayudado a dejar al descubierto estas
políticas de las grandes transnacionales del Norte del mundo. En este
sentido –concluyó la periodista– me parece que el gobierno italiano
tiene una grave responsabilidad al haber condecorado y entregado el
cargo de Cónsul honorario al presidente del Grupo Pellas, y vamos
a hacer todo lo posible para que esta situación se conozca en los medios
de mayor difusión en nuestro país, porque se desataría un gran
escándalo”.
“‘Les pedimos ser nuestra voz. Cuenten al mundo cuánto nos costó el
trabajo y cuánto valen las condecoraciones’. Las mujeres, que hasta ese
momento estaban sentadas, se levantan y se reúnen con nosotros,
abrazándonos”.
Con estas palabras
termina el artículo de Artoni.
Ojalá sea el primero de muchos otros y se transformen en la
“voz de los sin
voz”.
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