“Rocío de la muerte” fue uno de los tantos macabros
apelativos que se le dio al DBCP (Dibromocloropropano).
En Nicaragua, y en gran parte de Centroamérica, este
nematicida se conoció por sus nombres comerciales:
Nemagón y Fumazone, y fue utilizado de manera
indiscriminada por las transnacionales
estadounidenses que controlaban la producción y
comercialización del banano.
Los efectos sobre los ex trabajadores y trabajadoras de las
plantaciones de banano, sus familias y el medio ambiente
fueron desastrosos. Actualmente son decenas de miles los que
han fallecido o han quedado afectados a causa del contacto
con este mortal agrotóxico.
El reciente estudio del Centro para la Investigación en
Recursos Acuáticos (CIRA) de la Universidad
Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), a
cargo de los especialistas Salvador Montenegro
Guillén y Mario Jiménez García, detectó
“Presencia y concentración de residuos de agrotóxicos y
contaminantes biológicos en el agua de pozos para
consumo humano en localidades de antiguas plantaciones
bananeras en el occidente de Nicaragua”, esto es,
DBCP y otros agrotóxicos organoclorados en
el agua de diferentes pozos ubicados en el departamento
de Chinandega.
Según el estudio realizado durante el primer semestre de
2006, “Se investigó la calidad físico-química,
microbiológica y aspectos toxicológicos por presencia de
residuos de agrotóxicos organoclorados en el agua de
15 pozos que abastecen a campesinos de la zona de
Chinandega. Los resultados mostraron presencia de residuos
de agrotóxicos empleados en el cultivo de algodón, caña de
azúcar y banano. El residuo de DBCP se encontró en
todos los pozos muestreados, mientras que otros agrotóxicos
como el Hexaclorobenceno (BHC), Dieldrin y
metabolitos del DDT fueron encontrados en la mayoría
de los pozos. Sólo en un pozo se encontró presencia de
Toxafeno”.
El efecto cóctel
Desde el punto de vista cualitativo el estudio determinó
residuos de once diferentes tipos de agrotóxicos. Las
concentraciones de estos agrotóxicos se encuentran por
debajo del Nivel Máximo Contaminante (MCL, por sus
siglas en inglés) para aguas de consumo humano definido por
la Agencia de Protección del Ambiente de Estados Unidos (EPA,
por sus siglas en inglés). Sin embargo, en el caso del
DBCP, el haber detectado pequeñas cantidades “evidencia
que ha sido empleado en el occidente del país y ha llegado
contaminando el manto freático dada su presencia en los
pozos excavados. De acuerdo a la literatura revisada
–continúa el estudio– en el agua subterránea el DBCP
puede persistir hasta 141 años debido a su baja tasas de
hidrólisis. En vista de que la historia de aplicación se
remonta a unos 40 años, aún quedaría un siglo entero antes
de extinguirse por su propia descomposición”.
Uno de los temas más contradictorios cuando se habla del
Nemagón tiene que ver con los daños que ese producto
puede causar en el ser humano. El estudio del CIRA
advierte que “En cuanto a los efectos crónicos en la salud,
el DBCP tiene el potencial para causar daño en los
riñones y efectos de infertilidad de la exposición a largo
plazo, especialmente a niveles superiores del MCL. En
caso de cáncer hay alguna evidencia de que el DBCP
puede tener el potencial de causar cáncer a una exposición
superior de su MCL y la Agencia Internacional para la
Investigación en el Cáncer (IARC, por sus siglas en
inglés) clasifica al DBCP como posible cancerígeno,
ubicándolo en el grupo 2B de dichas sustancias”.
Para Manuel Hernández, miembro de la Asociación de
Trabajadores y ex Trabajadores Afectados por el Nemagón (ASOTRAEXDAN),
“Este estudio nos está dando la prueba de lo que siempre
hemos denunciado, es decir, que las aguas en occidente están
fuertemente contaminadas. Las instituciones han mantenido
engavetados los estudios que se han hecho en el pasado, pero
ahora la situación está saliendo a la luz pública. A pesar
de que el estudio refleje que las cantidades de agrotóxicos
son mínimas y están adentro de los parámetros aceptables
para convivir con ellos, la verdad es que la acumulación de
los diferentes tipos de agrotóxicos encontrados nos están
minando poco a poco el organismo”.
Esta tesis de los ex trabajadores del banano afectados por
el Nemagón está respaldada por el mismo estudio del
CIRA. “En términos generales cabe señalar que aunque
la mayoría de estos agrotóxicos organoclorados se
determinaron con un MCL bajo, no hay que descartar el
efecto sinérgico de los mismos, el llamado efecto
cóctel, por el cual la acción combinada de estos
compuestos conlleva a las poblaciones expuestas a un mayor
riesgo acumulativo de padecer patologías relacionadas con la
exposición crónica a estos químicos”.
Para los ex trabajadores afectados existen también otras
preguntas sin respuestas. “Es cierto que ahora los residuos
de todos estos agrotóxicos están por debajo de los valores
máximos consentidos, pero si en el caso del DBCP se
comenzó a aplicar hace 40 años, ¿qué cantidad de residuos
había hace 30, 20 o 10 años? ¿Qué daños nos han provocado
estos mismos residuos, junto con los de otros agrotóxicos
que se han detectado a lo largo de todos estos años? Es por
eso que seguimos demandando a las transnacionales que se
hagan responsables por los daños que nos han causado, y al
gobierno que intervenga para solucionar esta situación en el
occidente del país”, aseveró Hernández.
Profundizar la investigación
Además de proponerse detectar presencia de agrotóxicos en
los pozos de agua de consumo humano, el estudio tenía como
objetivo establecer la posible relación entre esta presencia
y los efectos en la salud de la población que habita en
estas localidades.
Lastimosamente, esta relación no pudo ser establecida debido
a la insuficiente información de los expedientes clínicos
estudiados. “De un total de 100 personas que habitan en las
viviendas y consumen agua de los pozos estudiados se logró
ubicar y revisar 30 expedientes clínicos localizados en los
Centros de Salud del área urbana y rural, muchos de los
cuales estaban desactualizados. La mayor parte de la
población adulta que acude a consulta externa no tiene
expedientes clínicos en las unidades de salud
correspondientes”, determinó el estudio del CIRA.
“Nosotros –concluyó Hernández– queremos que el
Ministerio de Salud (MINSA) tome en serio este
estudio y no resuelva el asunto simplemente cerrando los
pozos. Esta no sería una solución, porque se está hablando
de una contaminación profunda que afectó el manto freático
de donde se extrae el agua de los pozos. Aquí hay que ver
cuál es el tratamiento que se va a dar a las aguas para
descontaminarlas y cómo se va a ayudar a la población para
que no siga tomando esta agua. Hacemos énfasis en la
presencia de todos estos químicos en las aguas de occidente,
y esperamos poder involucrar a otros organismos para que
juntos investiguemos dónde se enterraron los barriles con
DBCP”, concluyó Hernández.
El estudio termina recomendando la implementación de un
monitoreo ambiental de espectro amplio, a fin de documentar
mejor la presencia de residuos de agrotóxicos y sus
metabolitos contaminantes en aguas, suelos y biota.
Recomienda también identificar las diferentes fuentes y vías
de contaminación ambiental y de acceso al organismo humano,
elaborar un mapa de riesgo ambiental en la región occidental
y, junto con el MINSA, realizar estudios
epidemiológicos dirigidos a establecer una relación entre
los contaminantes ambientales y el efecto en la salud de la
población expuesta.
Por
José Adán Silva
Nuevo Diario (Nicaragua)
17
de agosto de 2008