-¿De
dónde el título de su libro más reciente? ¿Por qué El
parque de las hamacas? ¿Qué parque es ese?
-El parque en cuestión es el ubicado frente a la Asamblea
Nacional de Nicaragua. Años atrás, los afectados por
el agroquímico DBCP, iniciaron unas marchas de
protesta desde sus hogares ubicados mayoritariamente en el
departamento de Chinandega- a la capital Managua.
-Chinandega está al norte del país de Rubén Darío, creo.
-Sí, sí, efectivamente. Tras recorrer los 150 km. entre ambos
lugares, se establecían en dicho parque donde instalaban sus
carpas y colgaban sus hamacas. Buscaban de esta manera
presionar a la clase política allí mismo, frente a sus
narices, con el fin de que atendiera sus demandas y
problemas.
Las estancias frente a la Asamblea se prolongaron por
semanas, y ante la voluntad inquebrantable de los afectados,
las autoridades tuvieron que reaccionar. En numerosas
ocasiones, esta peculiar acampada logró avances muy
importantes que han permitido plantar cara a las
transnacionales que fabricaron y usaron este producto.
Para mí, El parque de las hamacas es el icono
internacional de la lucha de los trabajadores afectados por
el agroquímico DBCP. De ahí que el título sea un
homenaje a todos ellos y se refiera a un lugar donde
confluye la tragedia del pasado, la lucha del presente y la
esperanza del futuro.
El parque de las
hamacas
es
el icono internacional de
la lucha de los
trabajadores afectados por el agroquímico DBCP |
-El
subtítulo de su ensayo habla de un químico que golpeó a los
pobres. Aunque hace un momento hacía referencia a él, ¿de
qué producto químico se trata? ¿Por qué limita sus efectos
sólo a las personas empobrecidas? Habla usted de que su
crónica es una crónica de una tragedia anunciada. ¿Por quién
estaba anunciada?
-El producto se llama Dibromo Cloropropano (DBCP).
Combatía una plaga denominada nemátodos que afectaba a
muchos cultivos. Desde las mismas pruebas de laboratorio se
detectaron sus efectos tóxicos, pero aún así se aprobó en
Estados Unidos y las transnacionales lo fabricaron y lo
fumigaron. Por eso hablo de una tragedia anunciada, aunque
silenciada.
Fue empleado en aproximadamente 15 países, principalmente del
sur, aunque también en naciones del norte como Estados
Unidos y España (Islas Canarias).
Fundamentalmente se aplicó en el cultivo de bananos y, por
regla general, los peones que laboraban en las bananeras
eran de escasos recursos económicos y sometidos a
condiciones laborales penosas. En ese sentido, apenas ha
cambiado la historia.
-En el
capítulo de agradecimientos no deja de sorprender que, por
una parte, usted desee plasmar su reconocimiento a todas
aquellas empresas implicadas que muy amablemente le
proporcionaron una versión de la historia y que, por otra,
recalque la falta de colaboración de personas relacionadas
con esa lucha e incluso de altermundistas y políticos, dice
usted, aburguesados en sus poltronas. ¿A qué se refiere
concretamente? ¿Fueron tan amables como usted señala? En
cuanto a los altermundistas, ¿qué quejas tiene usted en
concreto? ¿No recibió apoyo, le negaron informaciones, no le
tuvieron en cuenta?
-Algunas transnacionales, no todas, sí que dieron su versión
de los hechos. Sin embargo, intenté contactar con algunas
personas relacionadas con grupos de afectados, formaciones
políticas de izquierda y organizaciones sociales de diversa
índole, que podrían haber enriquecido la investigación, pero
no me llegó ni el acuse de recibo o, en el mejor de los
casos, el contacto fue muy denso e impráctico. No conviene
generalizar ya que también fueron muy pocos los casos y la
mayoría de veces la respuesta fue positiva.
-Hablemos un poco más del DBCP. ¿Cuándo se supo que su
contacto con el ser humano por distintas vías producía
gravísimos daños a la salud humana?
-Ya en pruebas de laboratorio internas de las
multinacionales, fechadas en 1958, se mencionaban efectos
negativos detectados en animales de laboratorio. En 1961 se
edita el primer estudio en una revista científica, que fue
firmado por algunos autores que realizaron los ensayos para
las empresas químicas fabricantes (Shell y Dow
Chemical).
Este estudio fue controvertido porque las concentraciones
máximas de exposición recomendadas por los científicos, con
los años, resultaron ser muy altas y peligrosas para el
humano. Es decir, existió cierta arbitrariedad.
Tras una serie de de cabildeos entre las empresas y las
autoridades estadounidenses, el DBCP se aprobó en
1964. No obstante, en 1977 estalló el escándalo al
descubrirse en Estados Unidos que decenas de personas
quedaron infértiles tras tener contacto con el agrotóxico en
las factorías químicas.
-¿Y se
dejó de producir y distribuir, como señalan algunas de las
empresas afectadas, en el momento que se tuvo conocimiento
de ello?
-Curiosamente, entre el escándalo de 1977 y la prohibición
total pasarían dos años. El producto químico se siguió
utilizando mientras se realizaron más pruebas e
investigaciones. En ese periodo, hasta 1979, algunas
empresas químicas anunciaron el cese de la producción aunque
seguirían vendiendo el stock, y otras, por el contrario,
planearon seguir con la fabricación del producto.
En cuanto a las transnacionales agroexportadoras, existe
constancia de que al menos Dole Food siguió estando
demasiado interesada en el DBCP después del escándalo
de 1977, e incluso lo siguió fumigando en países del sur. Y
si nos remitimos a referencias periodísticas que he podido
encontrar, el DBCP se aplicó en el sur en los años
1980, 1983, 1986, 1991 y hasta en 1997.
Ya en pruebas
de laboratorio
internas de las
multinacionales, fechadas en
1958, se mencionaban efectos
negativos del Nemagón
detectados en animales de
laboratorio |
-¿Cuándo
se produjo la prohibición de su uso en los países
centroamericanos? ¿No fue poco después de que se supieran
esos efectos perniciosos?
-Depende de los países. Costa Rica descubrió el
problema casi en sintonía con Estados Unidos y lo
prohibió en 1979 al encontrarse un alto grado de
infertilidad entre peones bananeros. Nicaragua lo
hizo en 1993 y Panamá, por ejemplo, en 1997.
Desgraciadamente aún hoy se aplican productos químicos en
ciertos lugares, mientras están prohibidos en sus países de
fabricación. Se ve que no interesa que cierta información
fluya, y si lo hace existen otros mecanismos para tolerar el
uso de ciertos productos. Los intereses económicos de
algunos van primero.
Este hecho se extiende a otros ámbitos: por ejemplo en
España se tolera el cultivo del maíz transgénico MON-810
y en Francia está totalmente prohibido debido a sus
riesgos.
-Efectivamente. Por otra parte, no parece que aquí rigiera
el principio de precaución. ¿Cómo es posible que se use
masivamente en la agroindustria un producto químico sin
conocer bien, muy bien, sus posibles efectos entre los
trabajadores que lo usan, entre los campesinos que lo
manipulan?
-Claramente hay colusión de la clase política que permite que
las empresas presenten sus estudios. Como es lógico, una
compañía no va a invertir capital en investigación y
desarrollo (i+d) para diseñar un producto que luego
pueda ser prohibido por la administración.
Eso sucedió con el DBCP y desgraciadamente ocurre hoy.
En algunas entrevistas y presentaciones he resaltado que en
este sentido no aprendimos de las enseñanzas del caso
DBCP. No se aplica el principio de precaución. Hoy en
día siguen siendo las empresas las que presentan sus
monografías sobre los riesgos de un producto, tecnología,
industria, etc. Evidentemente son favorables a sus
intereses, aunque tengan que esconder pruebas y tergiversar
la realidad, como se ha denunciado alguna vez. Claro, los
políticos asienten y por mucho que alegues no se consigue
nada.
Casos hay muchos. Vivimos con decenas de miles de productos
químicos de los que no se saben con certeza sus efectos.
Tecnologías como la telefonía móvil o los transgénicos están
ampliamente extendidas aún cuando se desconocen sus riesgos
a largo plazo. En España hay muchas infraestructuras
o industrias contaminantes que son permitidas en base a un
Estudio de Impacto Ambiental que es financiado por la propia
empresa. Yo he ojeado alguno de estos estudios y ofrecen
planteamientos y datos surrealistas, vergonzosos y
manipulados. Sin embargo, para los políticos estos estudios
son sagrados y los mecanismos de participación pública
estipulados están oxidados y son estériles. A esto hay que
añadirle el papel de algunos científicos y centros de
investigación que son subvencionados desde la empresa
privada. ¿Qué podemos esperar? En el caso DBCP, el
estudio de 1961 mencionado antes, fue financiado por la
empresa Shell. No es raro que posteriormente se
descubrieran datos arbitrarios.
-Bien
mirado no es raro siendo muy raro. No sé si es esa
generalización sobre “los políticos” es totalmente
afortunada pero prosigo. ¿Acaso no cuenta la salud de las
gentes en la cuenta de las grandes empresas? Principalmente,
¿en qué países produjo enfermedades? ¿Se tienen cifras
concretas? ¿Puede describirnos algún caso concreto que
conozca para saber de qué estamos hablando exactamente?
-Evidentemente para ellos la salud de las personas es un tema
secundario. Sólo ven el verde de los dólares.
El DBCP se aplicó en aproximadamente 15 países, sobre
todo en Centroamérica y el Caribe, aunque
también en África y Asia. Si contamos con los
datos ofrecidos por las propias organizaciones sociales y
medios locales, la cifra de afectados podría oscilar
alrededor de los 60.000 en todo el mundo.
En Estados Unidos tuvo un uso extendido en más de 35
cultivos, pero en el resto de países se aplicó en las
plantaciones bananeras. Existe ya constancia de que fue
usado en las Islas Canarias, pero no hay información.
Teniendo en cuenta los problemas ocasionados en
Centroamérica, las autoridades, los sindicatos, los
grupos ecologistas y demás colectivos sociales canarios,
deberían emprender una amplia investigación para determinar
si hay afectados o si el DBCP sigue en el medio. Como
me dijo un abogado estadounidense metido en el caso, si en
Canarias se fumigó DBCP a gran escala, es muy
probable que existan damnificados.
Chiquita fue condenada por
vender armas a los
paramilitares colombianos
¿Qué pueden pensar de los
pueblos esos ejecutivos que
desde sus despachos toman
estas decisiones? |
Yo pude conocer a afectados de Nicaragua. De momento,
en humanos, la ciencia sólo reconoce que el DBCP
causa la esterilidad y afectaciones en el ADN. En
animales la lista de enfermedades es interminable; entre
ellas, cáncer de varios tipos. Como afirmaron unas
científicas, es cuestión de tiempo que al DBCP se le
vincule el cáncer en humanos.
-¿Conoce
usted casos similares con el uso de otros productos químicos
en la agricultura?
-Hay muchos agroquímicos peligrosos que se utilizan en muchos
países. Como decía antes, en algunos se prohíbe y en otros
se aplican. Pocas veces se unen los afectados para emprender
acciones de diversa índole. Sin embargo, en la misma
Nicaragua existe un caso similar. Son los afectados de
Insuficiencia Renal Crónica (IRC) de los ingenios de
azúcar de la familia Pellas. En este caso sí se
contabilizan más de 2.000 muertos, y aunque no se sabe con
seguridad, los afectados relacionan la IRC con los
productos químicos que utilizan en las fincas de caña.
Argentina
es el segundo país del mundo en el cultivo de transgénicos.
La mitad de su superficie cultivable está sembrada de soja
transgénica RR que requiere fuertes cantidades del
herbicida glifosato. Se han constatado en el país
casos de personas afectadas por el uso de este producto, e
incluso recientemente un tribunal prohibió fumigarlo en las
cercanías de un barrio en la ciudad de Córdoba, ya
que había un alto porcentaje de personas enfermas.
Augusto
Zamora,
el embajador, el culto y admirable embajador de Nicaragua
en España, afirma en el prólogo del libro que las
trasnacionales juegan siempre el mismo papel, y que para
ellas los trabajadores del llamado Tercer Mundo son poco más
que carne de explotación, macacos, dice, “adiestrados para
la labor que se les pide y sin derecho a nada”. ¿No exagera
un pelín el señor embajador? ¿Cree usted también que esas
afirmaciones son correctas?
-El embajador Zamora tiene razón en muchos casos, no
creo que exagere. El mismo caso del DBCP descubre en
toda su amplitud la moral de estas empresas. Hubo una
transnacional que incluso calculó los posibles costos que le
supondrían las demandas del futuro, para ver si le resultaba
rentable vender DBCP en el pasado. Hoy en día, hay
documentados muchos casos gravísimos. Sin salirnos de las
transnacionales agroexportadoras, Chiquita fue
condenada meses atrás por vender armas a los paramilitares
de extrema derecha colombianos ¿Qué pueden pensar de los
pueblos esos ejecutivos que desde sus despachos toman estas
decisiones?
-Hablando de Nicaragua, ha sido uno de los principales
países afectados por el uso de este producto. ¿Cuál fue la
actitud de los primeros gobiernos sandinistas? ¿Cuál es la
actitud de los actuales gobiernos del FSLN? ¿Han apoyado las
demandas de los trabajadores, les han ayudado en su lucha?
-Este asunto es especialmente controvertido porque el tema se
ha politizado mucho. De hecho, la actualidad política en
Nicaragua está muy tensada. Todo parece indicar que el
FSLN es víctima de una operación de desestabilización
por parte de Estados Unidos y de la Unión Europea,
que ya vivió su primer punto caliente en las elecciones
municipales de noviembre pasado.
Digo esto porque lastimosamente hay grupos de afectados que
son sandinistas y otros que no lo son. Las noticias sobre el
papel del gobierno del FSLN difieren radicalmente
según la tendencia política de la fuente.
El grupo de afectados más fuerte, numeroso, perspicaz,
reivindicativo y que protagonizó las acciones más
espectaculares en esta lucha, el grupo que da nombre a mi
libro, estuvo desde hace años confrontado con el FSLN.
Ahora su fuerza se ha desinflado e incluso se han acercado
sospechosamente a una multinacional. Sin embargo, en los
años de máxima actividad acapararon muchas noticias en los
medios y denunciaron muchas decisiones del FSLN. Por
eso el libro es crítico con el sandinismo, y efectivamente
podrían haber hecho algunas cosas más, como transformar la
cuestión del DBCP en una causa nacional y dar más
apoyo a los afectados. En su favor, decir que han conseguido
un clima relajado y sosegado en los dos últimos años, que
permite a los abogados trabajar con tranquilidad. Con la
derecha en el poder, la injerencia de las empresas fue
descarada, y eso consumió energía y tiempo de las
asociaciones de afectados y sus bufetes.
En 2004, una corte estatal
de Los Ángeles admitió por
primera vez una demanda de
varios afectados
nicaragüenses; falló en
noviembre de 2007 y dos
transnacionales fueron
condenadas a indemnizar a
seis peones agraviados por
el DBCP |
-Carga
usted también contra la Revolución Verde, que si bien,
afirma no es en si el motivo principal de la crisis mundial
de la agricultura tradicional, sí que contribuye en cuanto
que “ha subyugado y maniatado al campesino”. ¿A favor de qué
tipo de agricultura está usted? ¿Qué agricultura tradicional
sería para usted la más razonable, la más deseable?
-Pues una que garantice la soberanía y seguridad alimentaria.
Que sea respetuosa con el medio ambiente. Que dé vida al
campo, que genere trabajo e ilusión. Que esté en manos de
los agricultores y que no sacrifique la producción de
alimentos en favor de biocombustibles, forraje y otros
cultivos para la exportación.
Que no esté dominada ni manoseada por especuladores,
terratenientes, supermercados, cadenas de distribución,
aristócratas, monarcas, inversionistas, trasnacionales, ni
demás morralla por el estilo.
-Parece
usted en ocasiones poco partidario del uso de las técnicas
científicas en la agricultura y actividades afines. A veces
incluso parece ver la ciencia con ojos poco, muy poco,
afables. ¿Es el caso? ¿Piensa usted que la ciencia, que
llama usted a veces “ciencia privatizada”, es un aliado del
capital y sus finalidades y que poco hay que esperar de ella
desde el punto de vista de los campesinos pobres y de las
finalidades ecologistas?
-La ciencia ha logrado y logrará avances vitales, avances de
utilidad pública y sostenibles. Soy partidario de esta
ciencia. Nunca de la que trabaja por y para el capital, con
el objetivo de obtener grandes réditos para éste sin tener
en cuenta otros factores. Desde el punto de vista de los
campesinos, la ciencia poco tiene que ofrecer para superar
la actual agonía que padecen. Se necesitan otro tipo de
medidas.
-Habla
usted en un momento determinado del Bhopal y del DBCP.
¿Observa usted alguna similitud entre ambos casos? ¿Cuáles?
-La más importante es que estamos ante dos graves casos de
irresponsabilidad y mala praxis de transnacionales del norte
en estados del sur.
Luego, en ambos asuntos está implicada la empresa Dow
Chemical. Tanto en Bhopal como en el DBCP
las compañías han eludido sus responsabilidades posteriores.
Y cuando afectados de ambas tragedias plantearon denuncias
en Estados Unidos, fueron repelidas usando la misma
doctrina legal. Éstos serían algunos parecidos.
-El
Epílogo de su libro se titula “El principio del final
feliz”. ¿Nos puede contar de forma resumida ese principio de
final feliz? ¿Cree usted entonces que la justicia finalmente
prevalece?
-Como decía en la respuesta anterior, los afectados vienen
demandando a las empresas en Estados Unidos desde
hace años. Aunque últimamente ya han empezado a litigar en
sus propios países, tradicionalmente lo hacían en Estados
Unidos porque allí sí hay legislación para casos tan
complejos como el del DBCP y, además, en caso de
victoria, las indemnizaciones podrían ser más suculentas.
Lo que sucedió es que muchas demandas no se transformaron en
juicios porque fueron paralizadas gracias a una doctrina
legal denominada “Foro No conveniente” (también usada en
algunas causas de afectados por el accidente de Bhopal).
En teoría, los peones bananeros sí que podían denunciar a
las empresas en Estados Unidos, pero al
aplicarse esta doctrina, se vieron abocados a demandar a las
multinacionales en sus respectivos países. Esto se tradujo,
en el mejor de los casos, en una demora por varios años del
procedimiento legal. Sin embargo, en la mayoría de los casos
y por motivos complicados de explicar ahora, las denuncias
se archivaron y las esperanzas de los trabajadores se
esfumaron.
Esto acaeció en los 90. Ya con el nuevo milenio se produjo un
giro de 180 grados, gracias a la lucha de los trabajadores y
a la tenacidad de algunos abogados. Por una parte,
Nicaragua aprobó una ley específica para tramitar casos
de afectados por el DBCP, que derivó en varias
sentencias favorables a los afectados por un monto de varios
miles de millones de dólares. Lo que ocurrió después es que
las transnacionales se negaron a pagar las compensaciones.
Desconocieron la justicia nicaragüense y en una actitud
despótica llegaron a menospreciarla. En la actualidad,
algunos bufetes trabajan incansablemente para ejecutar estas
sentencias en cortes de Estados Unidos. Este es un
frente judicial que podría traer buenas noticias en un
futuro. Posteriormente, y siguiendo el ejemplo de
Nicaragua, otras causas se han abierto en países
vecinos.
Pero por otra parte, el otro gran acontecimiento fue que los
abogados lograron tumbar lo que hasta ahora había sido la
muralla inexpugnable del “Foro no Conveniente”. De esta
forma, en 2004, una corte estatal de Los Ángeles admitió por
primera vez una demanda de varios afectados nicaragüenses.
Ésta se falló en noviembre de 2007 y dos transnacionales
fueron condenadas a indemnizar a seis peones agraviados por
el DBCP. Actualmente la sentencia está apelada, pero
ésta supuso un avance histórico y que puede traer
consecuencias muy positivas, no sólo para el caso DBCP,
sino para otros casos de abusos de corporaciones
estadounidenses en el extranjero.
Una transnacional de este
tipo quiere mantener esa
imagen poderosa, lejana,
cruel, intocable e
invencible, que dé a
entender que una lucha
contra ella será larga, dura
y llena de obstáculos
desagradables para el osado
u osada que decida emprender
ese camino |
Precisamente por esas connotaciones que podría tener este
asunto en los juzgados de Estados Unidos, y por el
interés que para mí tuvieron todos estos acontecimientos,
decidí incluir un capítulo en el libro para explicar y dar a
conocer exclusivamente los detalles legales de la historia
del DBCP.
-Déjeme
hacer un poco de abogado del diablo, insistiendo en algún
vértice anterior. Señala usted que “el mercado determina si
una aplicación tecnológica es o no apropiada,
independientemente de su importancia y de sus consecuencias
para la sociedad y el medio ambiente”. Sea así, supongamos
que en el fondo el máximo beneficio lo dirija todo; también
las aplicaciones tecnológicas. Eso, si no entiendo mal,
habla en contra del mercado pero no en contra de la ciencia
ni de los saberes científico-tecnológicos que en otro marco,
con otras finalidades, con más precauciones y controles,
podrían ser beneficiosos para amplios sectores de la
humanidad. ¿Es el caso en su opinión?
-Totalmente. Los avances científicos son y han sido muy
importantes. El problema es que la ciencia, cada vez más,
está en manos privadas y muchas tecnologías se dirigen a
perpetuar modelos que benefician económicamente a unos
pocos. De los transgénicos por ejemplo, años atrás, se decía
que podían ser la solución ante la agonía económica que
padece el pequeño agricultor. Eso es una gran patraña. El
problema de la agricultura deriva de la aplicación de los
postulados neoliberales. Hablamos pues de factores
económicos, políticos y comerciales. Por lo tanto, las
soluciones deben ser estructurales y partir de esos ámbitos.
La ciencia en este caso, poco tiene a decir.
Si no fuese por los grupos sociales que han plantado cara al
capital, hoy los transgénicos estarían ampliamente
extendidos en el mundo. Nos encontraríamos ante un modelo
agrícola impuesto con base en una falsa filantropía. Ante un
modelo que no soluciona los problemas de cientos de millones
de pequeños agricultores, simplemente porque ellos no
cuentan ni para las migajas del gran pastel que supone la
globalización neoliberal. En definitiva, estaríamos ante un
caso en el cual la ciencia ha sido fundamental para la
consolidación de un modelo agrícola insostenible e
impopular.
-Para ir
finalizando, ¿qué lecciones cree usted que debemos extraer
de la historia que usted cuenta?
-Cada lector podrá extraer diferentes conclusiones según el
interés y conocimiento en cada uno de los aspectos que
abarca el libro. Aún así he dicho en algunas ocasiones que
el caso del DBCP es como un manual, una especie de
guía para otras luchas que hay dispersas en todo el mundo.
Durante la era del “republicanismo bananero”, las
agroexportadoras configuraron países a su antojo. Ahora,
unas cuantas décadas después, seis obreros de sus antiguas
fincas les han ganado una demanda en su propia casa. Algo
está cambiando.
El ensayo también pretende mostrar cuáles han sido y siguen
siendo las relaciones norte-sur. Hay quien cree que las
transnacionales y sus inversiones generan empleo y futuro.
Eso muchas veces es falaz y el caso del DBCP es un
ejemplo más de los muchos que hay. Por ejemplo, en la
actualidad empresas españolas como Unión Fenosa,
Repsol, Endesa, etc. han sido señaladas muchas
veces por sus atropellos en países de América Latina.
“El parque de las hamacas” es una crítica al actual modelo
agroexportador sustentado en el neoliberalismo. Y también, a
través de la truculenta historia del DBCP, el lector
podrá apreciar la desprotección hacia la ciudadanía que
existió y que todavía persiste cuando hay productos y
tecnologías peligrosas en manos de grandes intereses
económicos.
-¿Hay
que confiar en las evaluaciones de las empresas? ¿Qué
control debe ejercer el Estado sobre sus resultados?
-No, no hay que confiar. Ya no sólo por el caso del DBCP.
Anteriormente puse algunos casos actuales en el estado
español. Los gobiernos no deberían permitir que las empresas
realizaran las evaluaciones de sus productos, industrias,
etc. Las tendrían que hacer organismos independientes y, eso
sí, con capital de las empresas interesadas, por supuesto.
Muchas veces, la ciudadanía y las organizaciones sociales,
sin apenas medios, son las que denuncian que tal producto o
infraestructura es peligrosa. Incluso en esos casos las
autoridades competentes cierran ojos y oídos y acaban
satisfaciendo los intereses empresariales. Eso es
intolerable y demencial, pero sucede con mucha frecuencia.
Que se lo pregunten a los grupos ecologistas o a las
plataformas ciudadanas que luchan en cientos de municipios
contra instalaciones altamente peligrosas e insostenibles.
Quien crea que vive en democracia está soñando.
-Las
empresas afectadas, ¿han mostrado algún propósito de
enmienda? ¿No es un poco ésta la historia interminable? ¿No
es ésta otra vuelta más en la eterna noria de la infamia?
-Las empresas no han mostrado el más mínimo interés por los
trabajadores, ni han tenido voluntad en reparar el daño que
hicieron. Todo al contrario. Han dilatado los juicios y
cuando han podido los han bombardeado para que siga reinando
la impunidad. En numerosas ocasiones han tildado de
mentirosos a los enfermos e incluso negaron los riesgos que
la ciencia le atribuye al DBCP.
Creo que esta actitud hostil obedece a la gran cantidad de
afectados que hay. Una respuesta positiva de las compañías
impulsaría que miles de damnificados buscaran su pedazo de
justicia.
A nivel de imagen, un acuerdo justo y amistoso con los
trabajadores sería como reconocer la turbiedad de sus
negocios y sus malas prácticas sociales y ambientales. A
nivel más general, una transnacional de este tipo no puede
mostrar señal de flaqueza o sentimientos hacia un colectivo
humano. Debe mantener esa imagen poderosa, lejana, cruel,
intocable e invencible, que dé a entender a todo el mundo
que una lucha contra ella será larga, dura y llena de
obstáculos desagradables para el osado u osada que decida
emprender ese camino.
-¿Cómo
fue la edición del libro? ¿Ha habido organizaciones que lo
han apoyado? ¿Cómo van las presentaciones?
-La publicación fue complicada. Me costó año y medio poder
encontrar a alguien que apostara por el proyecto y fue en un
momento en que estaba empezando a darme por vencido.
“El parque de las hamacas” no existiría sino fuera por la ONG
Paz Con Dignidad, que fue quien financió su edición
con una subvención del Ayto. de Córdoba, y que además
preparó algunas presentaciones y divulgó información del
libro. También han colaborado otras organizaciones como
Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra,
CERAI, ACSUR - Las Segovias y Amigos de
Honduras. Recientemente el sindicato USTEA
organizó una presentación en Almería y quedamos encantados,
tanto el responsable de acción sociopolítica del sindicato
como yo mismo. A ver si este hecho sirve para realizar más
actos por Andalucía.
Aparte de Almería, he estado en Bilbao, Madrid, Toledo,
Valencia, Castellón y dos veces en Barcelona. En las
próximas semanas visitaré Alicante y nuevamente Barcelona.
Para más adelante hay pensada una mini gira por
Centroamérica gracias a la Rel-UITA, pero de
momento no hay nada concretado. De todas formas, allá donde
me llamen acudiré sin problema alguno.
Salvador López Arnal
Rebelión
26 de enero de 2009