Hijos e hijas de padres que fueron expuestos a agrotóxicos
en su trabajo tienen un riesgo mayor de
contraer leucemia. Esto es el resultado preliminar de un
estudio desarrollado por el Instituto Regional de Estudios
en Sustancias Tóxicas (IRET) de la Universidad Nacional
(UNA), de Costa Rica, y el Instituto Karolinska, de Suecia.
Costa
Rica
importa anualmente alrededor de 12 millones de kilogramos de
agrotóxicos a un costo de 80 millones de dólares, incluyendo
insecticidas, nematicidas, herbicidas, funguicidas y
fumigantes.
Las
importaciones de agrotóxicos en Centroamérica
sobrepasan los 50 millones de kilogramos por año, y muchos
de los compuestos usados en la región son altamente tóxicos.
Productos como el Paraquat, el Mancozeb, el
Captan, el Clorotalonil, el 2,4-D y el
Benomil están prohibidos o severamente restringidos en
otros países. A esto se unen otros problemas tales como la
utilización inadecuada, aplicaciones innecesarias, el uso de
sobredosis, la falta de equipos de protección y la
contaminación de fuentes de agua.
Todos estos
elementos contribuyen a aumentar el riesgo para la población
humana y para el ambiente, así como a hacer insostenible el
sistema de producción agrícola. La incidencia de
intoxicaciones es alta tanto en la población laboralmente
expuesta como en la población en general. El Instituto
Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) de
la Universidad Nacional (UNA) estimó que el 4,5 por
ciento de los trabajadores agrícolas costarricenses sufre
una intoxicación cada año.
Estudios
sobre efectos crónicos realizados en el IRET han
encontrado un riesgo elevado de cáncer y efectos
neurotóxicos en trabajadores expuestos a agrotóxicos (Wesseling,
1997 - PPUNA, 1997). Las investigaciones del IRET
demuestran también daños al ambiente como mortalidad de
peces y camarones en los ríos y la presencia de residuos de
agrotóxicos en aguas, suelos, sedimentos y organismos
acuáticos, y la disminución de la biodiversidad acuática (Castillo,
De la Cruz, Ruepert, 1997 – PPUNA, 1997)1
Pero las
graves afectaciones por el contacto directo con agrotóxicos
no parecen estar golpeando solamente a las y los
trabajadores agrícolas, sino también a sus descendencias. El
IRET y el Instituto Karolinska de Suecia
realizaron el estudio “Exposición ocupacional y ambiental de
padres y madres a agrotóxicos, otros contaminantes y
leucemia”, con el objetivo de “contribuir al conocimiento
científico acerca de los riesgos carcinogénicos de los
agrotóxicos y otras sustancias tóxicas, que pueda servir
como base en la toma de decisiones regulatorias a nivel
nacional e internacional, a través del análisis de datos de
un estudio de casos y controles en Costa Rica para
probar la hipótesis de que la exposición ocupacional y
ambiental de los padres a agrotóxicos y otros contaminantes
durante el período prenatal y primeros años de vida origina
un riesgo mayor a leucemia entre los hijos”
(+
INFO).
La investigación
Las graves afectaciones por el contacto directo
con agrotóxicos no parecen estar golpeando
solamente a las y los trabajadores agrícolas,
sino también a sus descendencias |
Consultada
por Sirel, la doctora Patricia Monge Guevara,
coordinadora de la Maestría en Salud Ocupacional e
investigadora del IRET, dijo que “dos factores nos
motivaron a impulsar esta investigación. El primero es que
Costa Rica tiene una de las incidencias mundiales más
altas de leucemia infantil, y esto nos llamó poderosamente
la atención. El segundo aspecto es que entre las causas que
se mencionan en la literatura internacional figura la
exposición o contacto con sustancias químicas. Dentro de
estas sustancias están los agrotóxicos. Costa Rica
–continuó la doctora Monge– tiene estos dos
elementos, es decir una elevada incidencia de leucemia
infantil y también un fuerte consumo de agrotóxicos per
cápita, que se aproxima a 2,5 kilogramos/año”.
La
investigación se desarrolló en tres etapas. En la primera se
realizó un estudio descriptivo para ver cómo estaba
tipificada la leucemia infantil en el país. La segunda
etapa, más de carácter analítico, fue un estudio denominado
“Diseño de casos y controles” y que consistió en ubicar a
los casos de niños que desarrollaron leucemia entre 1995 y
2000, y compararlos con otro grupo de niños de edades
similares, pero que no padecían de esta enfermedad. Se
utilizó una muestra de 879 niños y niñas costarricenses, de
los cuales 300 estaban diagnosticados con leucemia, mientras
que otros 579 no padecían la enfermedad.
“En esta
segunda etapa –recordó la investigadora del IRET– se
prepararon cuestionarios para investigar las condiciones de
salud de la familia, los lugares de trabajo de los padres y
a qué tipo de sustancias estaban expuestos en el embarazo y
en el primer año de vida del niño o niña. Tratamos de ver
con esto cuál es el riesgo o la asociación entre la
exposición a agrotóxicos a través del trabajo de los padres
y el desarrollo de leucemia en los niños en los años
siguientes”.
La tercera
etapa del estudio, que se está desarrollando en estos meses
y que se tiene previsto finalizar en dos o tres años, tiene
que ver con complementar el estudio investigando otros tipos
de contaminantes, tal como agrotóxicos domésticos y
contaminantes de tipo ocupacional y ambiental, y otros
factores de riesgos asociados con las leucemias infantiles,
como son los dietéticos y medicamentosos, los metales y
solventes orgánicos. Se está también estudiando la parte
genética, tomando muestras de células bucales de los padres
y los niños para ver si hay algunas alteraciones genéticas.
Los resultados
El estudio
demostró que existe una relación clara y directa entre estos
dos factores –exposición de los padres a agrotóxicos y la
leucemia– y que el riesgo de desarrollar esta enfermedad es
mayor de lo normal. Además, esta relación
resulta ser aún más alta cuando el contacto con estas
sustancias lo tiene la madre en el embarazo y durante el
primer año de vida del niño o niña.
“Los
resultados son claros. Podemos concluir que el contacto con
agrotóxicos de padres y madres antes del nacimiento y en el
primer año de vida del niño contribuye a la aparición de
leucemia infantil. Pero es más, porque resultó una clara
asociación con grupos definidos de estas sustancias, como
por ejemplo los órganofosforados, entre ellos el
Diclorvos, Fenamifos, Malatión,
Metamidofos, Foxim y Terbufos, algunos
herbicidas como el Paraquat y Picloram y
funguicidas como el Benomil y Mancozeb”,
detalló la doctora Monge.
A pesar de
que el estudio no incluyó un análisis por zona geográfica,
se estima que las áreas más afectadas resultan ser rurales,
aquellas donde más las y los trabajadores están expuestos al
contacto con agrotóxicos, y de manera particular en los
monocultivos.
Estos
preocupantes resultados motivaron a los investigadores a
hacer un llamado a las autoridades gubernamentales a ejercer
un control más estricto sobre las cantidades de agrotóxicos
que entran y se utilizan en el país.
“Las
autoridades deben tomar en cuenta esta asociación que se ha
demostrado entre el contacto con agrotóxicos y la leucemia
infantil. Hay que tomar medidas concretas para disminuir la
cantidad de estos químicos que entran en el país y para que
se restrinja o prohíba el uso de aquellos agrotóxicos que
fueron señalados por el estudio”, concluyó la especialista
del IRET.
|