A pocos días del
fracaso de Copenhague todavía cuesta entender la
actitud insensata de un puñado de naciones
responsables del desastre ambiental y climático
en que se encuentra el planeta. Para analizar
qué ocurrió en la XV Conferencia de las Partes
de la Convención Marco sobre Cambio Climático
(COP15) y cuáles son las perspectivas futuras,
Sirel conversó con Joan Buades,
investigador y
activista del Grupo de Investigación en
Sostenibilidad y Territorio (GIST) y miembro de
ALBA SUD, presente en Copenhague donde realizó
una
amplia
cobertura de la
Conferencia.
-¿Cuál es tu análisis de lo que ocurrió durante
la COP 15?
-Era una Conferencia muy importante porque después de la
Cumbre en Río de Janeiro en 1992 y Kyoto en
1997, venía a confirmar la urgencia de actuar
como Naciones Unidas sobre el tema del
cambio climático. No obstante, el resultado ha
sido un fiasco absoluto. Una simple declaración
no vinculante y sin ninguna validez jurídica,
formulada esencialmente por algunos países
importantes como Estados Unidos y
China,
y una ayuda económica totalmente insignificante
para los países más pobres.
En este sentido, estamos frente a un total
fracaso del sistema de Naciones Unidas,
y casi seguramente a la imposibilidad de una
nueva convocatoria con un alto nivel de
representación, como lo que hubo en Copenhague.
-¿Cuáles han sido los aportes de los diferentes
bloques de países presentes en la Conferencia?
-El bloque que he denominado Chinamérica, conformado
por Estados Unidos y China, que
son responsables por la emisión del 40 por
ciento de los
Gases de Efecto Invernadero (GEI),
ha trabajado unido para bloquear cualquier
posibilidad de acuerdo real, y eso pese a la
aparente confrontación que han mostrado a lo
largo de toda la Conferencia.
Por otro lado, hemos visto una Unión Europea que se ha
inhibido. Lo que se esperaba era que trabajara
de mediadora entre ese bloque poderoso y el
resto de los países, sin embargo no ha hecho
nada y su participación ha sido otro gran
fracaso.
Finalmente, hay que analizar el papel emergente
de los países del Sur. Aunque con intereses a
veces distintos, hay que mencionar la capacidad
de los países de África de juntarse,
hablar con una sola voz, adquiriendo un rol muy
fuerte. También el papel que han jugado países
como Bolivia y Ecuador, que han
planteado temas muy importantes como el concepto
de deuda y justicia climática, y el proyecto
Yasuní-ITT –basado en la protección de la
selva y la no explotación de reservas de crudos
a cambio de una corresponsabilidad
internacional–.
Lamentablemente tenemos también que destacar la
falta de capacidad de América Latina de
presentarse como una sola voz ante un Norte
responsable del 70 por ciento de las emisiones
de GEI, y la total ausencia de una
propuesta conjunta de Centroamérica y el
Caribe, dos de las regiones más
vulnerables a los efectos dramáticos del cambio
climático.
Con respecto a Brasil, el presidente
Lula tuvo una posición muy beligerante al
tratar de solicitar compromisos serios a
Estados Unidos y China, sin embargo
decidió firmar el documento final. Es decir:
lanzó la piedra pero no fue capaz de mantener el
pulso y se quedó a medio camino.
-¿Cuáles van a ser las repercusiones concretas de este fracaso en
Copenhague?
-El verdadero problema es que la declaración que
salió de la Conferencia deja prácticamente
inalterado el contenido y las medidas adoptadas
en el Protocolo de Kyoto, como por ejemplo que
el cambio climático tiene que atacarse a través
de mecanismos neoliberales como el “Mercado de
Carbono” o la Reducción de Emisiones por
Deforestación y Degradación (REDD).
De manera muy concreta, este fracaso implica que hay regiones
del planeta donde el aumento de la temperatura
promedio superior a
1,5
grados centígrados hará desaparecer
a varios Estados insulares en el 2050.
Es por eso que todos los países de África,
una parte de Asia y América Latina
pretenden que haya una reducción sustancial de
las emisiones de GEI antes de 2020,
porque las consecuencias van a ser desastrosas y
los costos altísimos.
Si por un lado en muchas zonas aumentará la
desertificación, por el otro habrá grandes
inundaciones y esto provocará un fuerte fenómeno
migratorio. Para 2050 se prevé la presencia de
unos mil millones de personas refugiadas
ambientales, sobre todo en el Sudeste
asiático, Centroamérica y el
Caribe . En Copenhague no se quiso hablar de
ese problema.
-¿Cómo te explicas que ante este impresionante
fenómeno migratorio por motivos climáticos, los
países del Norte sigan con una actitud tan
irresponsable?
-Aunque no lo digan públicamente están
trabajando una nueva estrategia. Como no les
están funcionando los muros, ni las leyes
represivas, países como Estados Unidos y
la Unión Europea e incluso la parte más
industrial de China, van a fortificarse
militarmente, van a bloquear cualquier tipo de
acuerdo internacional sobre cambio climático y a
blindar sus regiones ante la llegada de una
marea humana de refugiados.
Por otro lado, no van a implementar la
transición energética necesaria para proteger el
clima de todos. El resultado final será una
situación mucho más inestable y con altos
riesgos sociales, a la que seguirán
enfrentándose con una posición antihumanitaria
de puro mercado y militarismo.
-Un tema que pasó desapercibido fue el de la
deforestación y del transporte internacional
como elementos que afectan el clima...
-En Kyoto no se quisieron poner en el tapete el
tema de la deforestación, que causa el 20 por
ciento de los GEI, ni el del transporte
aéreo y marítimo internacional relacionado con
el turismo y el transporte de alimentos y ropas,
que corresponde a un 14 por ciento de la
emisiones letales totales.
Se esperaba que en Copenhague se incluyeran
estos dos sectores como objetos de reducción de
emisiones, sin embargo no se hizo nada y las
grandes compañías aéreas y turísticas están
contentísimas, porque el lobby turístico ha
conseguido que los vuelos internacionales sigan
bonificados por los acuerdos climáticos.
-¿Cómo evalúa el papel desarrollado por la
administración Obama en esta Conferencia?
-Había mucha expectativa y esperanza de que el
discurso del presidente Obama trajera
algo positivo, sin embargo fue una total
desilusión, con contenidos muy similares a lo
que hubiese podido decir el ex presidente
George W. Bush.
Una posición puramente patriotera,
menospreciando o ignorando la consecuencias
globales del cambio climático, sin importarle el
destino de muchas realidades del Sur, incluyendo
a Centroamérica y el Caribe.
-¿Estás de acuerdo con quienes dicen que el
poder de acción del presidente Obama está
limitado por el poder de las transnacionales y
el aparato dejado por Bush?
-El sistema estadounidense es presidencialista y
el margen de maniobra del presidente es enorme.
Por ejemplo, Bush hijo inició dos guerras
sin siquiera pedir el apoyo del Congreso y del
Senado. En este caso, Obama no ha
utilizado este margen de maniobra para hacer un
cambio de política ambiental, ni de paz
internacional. Cada vez que está frente al reto
de hacer cambios importantes en política
internacional, Obama se inclina hacia
posiciones nacionalistas en plan imperial. Es
una clara falta de coraje e incapacidad para
traducir sus bellísimos discursos en hechos.
-¿Qué propuestas salieron del foro alternativo (Klimaforum)?
-El Klimaforum fue un gran éxito y hubo
un gran nivel de propuestas resumidas en una
declaración final.
Uno de los elementos más importantes es que no
se involucraron solamente
las organizaciones sociales y los activistas,
sino una gran cantidad de gobiernos africanos y
sudamericanos que trabajaron codo a codo para
buscar propuestas comunes, definiendo objetivos
y metodologías para frenar el cambio climático
en beneficio de la humanidad y no sólo de los
países ricos. Seguramente es una vía nueva que
hay que cultivar para el futuro.