¿Quién alarma a quién?
Botnia,
“terroristas” y accidentados
|
En los últimos días la nube de paranoia con
la que se pretende envolver el negocio de
Botnia alcanzó altos niveles de turbiedad,
con el montaje de amenazas de misiles de
museo y declaraciones de jerarcas sumamente
preocupados por la posible confrontación
bélica de “terroristas” caseros.
Coincidentemente, el martes 14 se levantó
otra nube.
En esa fecha,
quince trabajadores de la empresa Botnia fueron hospitalizados por
haber tomado contacto con polvillo de sulfuro de sodio que se levantó en la
fábrica ante la presencia de fuertes vientos. Los trabajadores sufrieron
reacciones alérgicas, malestar estomacal, náuseas. La investigación
preliminar del Ministerio de Trabajo indica que hubo una incorrecta
manipulación de las sustancias al no tener en cuenta la volatilidad del
producto. Por otra parte, el Sindicato Único de Trabajadores de la
Construcción de Uruguay denunció que Botnia no había informado a los
obreros sobre la peligrosidad de los tóxicos que estaban manipulando.
Desde la
empresa, se aseguró que el hecho fue mínimo y que no tuvo consecuencias
mayores. “Se trató de un incidente localizado que ni siquiera llegó a otras
áreas de la planta”, afirmaron. “Quiero expresar que la situación está
normal, los están asustando con cosas que no existen”, subrayó uno de los
jerarcas de Botnia.
Con
la honrosa excepción del Ministerio de Trabajo llama
poderosamente la atención el silencio de los
normalmente locuaces voceros del gobierno –cuando de
opositores a la fábrica se trata– ante un hecho como
éste |
|
Este hecho
–ocurrido aun antes de que la fábrica entre en funcionamiento– parece estar
mostrando cómo se tratarán los diversos accidentes que irán ocurriendo en la
planta:
1) Desde la
empresa. Los funcionarios de Botnia han sido claramente responsables
por el accidente. A ese respecto, la directora de la Inspección General del
Trabajo María Narducci afirmó que "quienes supervisaron la operación
no tomaron la decisión de suspenderla y que la metodología utilizada en ese
trabajo no tomó en cuenta el factor viento". Sin embargo, los responsables
catalogaron el hecho como “mínimo”. Es decir, que para Botnia la
intoxicación de 15 trabajadores es un hecho “mínimo”. ¿Qué deberá ocurrir
para que sea considerado “máximo”? Por otro lado, se adelantaron a posibles
cuestionamientos diciendo que “los están asustando con cosas que no
existen”. ¿Quién está asustando a quién? ¿Y es que el accidente acaso no
existió?
2) Desde el
Estado. Con la honrosa excepción del Ministerio de Trabajo llama
poderosamente la atención el silencio de los normalmente locuaces voceros
del gobierno -cuando de opositores a la fábrica se trata- ante un hecho como
éste. ¿Va a ser ésta la norma ante cualquier accidente? ¿Qué ha dicho al
respecto el Ministerio de Medio Ambiente? ¿Acaso no es éste un buen momento
para comenzar a mostrar que la “dureza” con que se tratará a la empresa en
caso de que contamine no son meras palabras?
Una empresa de
esta envergadura, que manipulará una enorme cantidad de productos químicos
tóxicos y que ya está mostrando su falta de responsabilidad, debe ser
controlada férreamente por parte del Estado. La historia muestra que los
accidentes ocurren –incluso en Finlandia- y que cuando acontecen
pueden ser catastróficos. Lo mínimo a exigir por parte de la ciudadanía son
señales claras de parte del Estado de que no tolerará accidentes de ningún
tipo. En este caso el Estado ha brillado por su ausencia.
Grupo
Guayubira
17 de agosto de 2007
|