En México, los campesinos del norte y los que
habitan la región sureña mantienen severas
diferencias acerca de la conveniencia del
ingreso ilegal al país de semillas de maíz
transgénico desde Estados Unidos, el mayor
productor mundial de esos insumos.
De acuerdo a una investigación del diario
mexicano La Jornada, los agricultores norteños
ya siembran maíz transgénico, prohibido en el
país, que se contrabandea a través de la extensa
frontera con Estados Unidos arguyendo que
esa es una forma de “aumentar la productividad”.
Por otra parte, los campesinos del sur de
México temen que el polen del maíz
transgénico que se planta en el norte afecte sus
variedades nativas; y advierten que los
organismos genéticamente modificados no brindan
garantías para la soberanía alimentaria.
Las semillas transgénicas ingresan a territorio
mexicano en forma ilegal para beneplácito de las
empresas de Estados Unidos, donde
aproximadamente el 70 por ciento del maíz es
genéticamente modificado, de acuerdo a los datos
del matutino mexicano.
El debate entre las posiciones favorables y
contrarias al uso de semillas transgénicas
pareciera haberse recrudecido en los últimas
meses, puntualmente a raíz de la puesta en
vigencia de los capítulos del acuerdo firmado en
1994 por México, Estados Unidos y
Canadá (TLCAN) que eliminan los
aranceles a las importaciones de maíz, frijol,
azúcar, leche y otros alimentos.
La oposición a las leyes complementarias está en
aumento: esta semana, el Movimiento Nacional por
la Soberanía Alimentaria y Energética, los
Derechos de los Trabajadores y las Libertades
Democráticas de México comenzó una serie de
movilizaciones, luego de que fracasara una mesa
de diálogo con el Poder Ejecutivo, que preside
el derechista Felipe Calderón.
Además, en la tarde del pasado 12 de marzo los
activistas de la campaña “Sin maíz, no hay país”
entregaron en la Cámara de Senadores unas 440.
000 firmas para “frenar de inmediato” la
importación de maíz y frijol procedentes de
Estados Unidos, y para denunciar el ingreso
ilegal de semillas modificadas genéticamente.
Pero los impactos de esta modalidad de acuerdos
comerciales y la “invasión” de semillas
transgénicas estadounidenses no son problemas
exclusivos de México.
En Costa Rica, por ejemplo, las
organizaciones de productores y los grupos
ambientalistas alertan que la puesta en vigencia
del TLC con Estados Unidos
implicará una “imposición” del uso de semillas
patentadas, lo que imposibilitaría las siembras
tradicionales.
En una movilización que se llevó a cabo el pasado
28 de febrero, los opositores al TLC se
plantaron frente a la Corte Suprema de Justicia,
para manifestar su rechazo a la aprobación del
Convenio Internacional para la Protección de las
Obtenciones Vegetales (UPOV91) y el Tratado de
Budapest.
En el primero de los casos, varios grupos
costarricenses, entre ellos COECOCeiba - Amigos
de la Tierra Costa Rica, iniciaron una campaña
de recolección de firmas para que sea sometido a
referéndum.
Radio Mundo Real
17 de marzo de 2008