Derechos sin rostro de mujer
Cuando Paulina
tuvo su entrevista para trabajar en una de las
tiendas de la cadena minorista estadounidense
Wal-Mart en la capital de México, lo primero que
le preguntaron fue si estaba embarazada, lo que
entonces no sabía que era ilegal.
"Tuve que
presentar un certificado de mi estado de salud
para poder obtener el trabajo", relató Paulina a
IPS en el estacionamiento de uno de los grandes
almacenes de la transnacional, situado en el sur
de la capital. Paulina es el nombre
ficticio de una cajera de 31 años, que sólo así
aceptó contar su experiencia, temerosa de
represalias si era vista hablando con un
periodista. El caso de Paulina es una
muestra de la persistencia de prácticas
discriminatorias que violan los derechos
laborales de las mujeres en México, pese
a que ellas representan ya 42 por ciento de la
población económicamente activa de la segunda
economía latinoamericana, que casi alcanza 46
millones de personas.
Valeria Scorza,
directora del no gubernamental Proyecto de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PRODESC),
explicó a IPS que los sectores del trabajo
doméstico, la maquila, la minería y la
agricultura son los que presentan graves
situaciones de atropello a los derechos
laborales, en particular para las mujeres. "En
esos trabajos existen riesgos para la salud,
exposición a tóxicos, no hay acceso a seguridad
social", enumeró Scorza, cuya
organización surgió en 2005 para promover el
respeto a los derechos económicos, sociales y
culturales.
Datos oficiales
indican que unos 14 millones de mujeres trabajan
en actividades remuneradas en México.
Según el oficial Instituto Nacional de las
Mujeres (Inmujeres), 94 por ciento de las
que laboran en el sector agropecuario y 33 por
ciento de las que lo hacen en la construcción
carece del servicio de salud. Tampoco en la
economía informal existe alguna protección
laboral para las mujeres, aunque las cifras del
sector en cuanto a la participación femenina y
su importancia económica no son fidedignas,
comentó Scorza.
"En las labores
agrícolas y maquiladoras, las grandes marcas se
desentienden de la responsabilidad social en
toda la cadena laboral", señaló a IPS
Emilienne De León, directora ejecutiva de la
no gubernamental Semillas, organización que
impulsa los derechos de género en México.
Los empleadores actúan con impunidad, explicaron
las expertas, porque conocen que la Secretaría
(ministerio) del Trabajo cuenta con sólo 200
inspectores para monitorear el respeto a las
leyes laborales en un país con una superficie de
casi dos millones de kilómetros cuadrados y
dividido en 32 estados.
De acuerdo con
Inmujeres, sólo 43 por ciento de las mujeres
ocupadas en México cuentan con algún tipo
de protección laboral y sólo 35 por ciento gozan
del derecho a acceder a instituciones de salud y
otros beneficios. El sector donde la mujer
percibe en mayor proporción todas las
prestaciones a las que legalmente tiene derecho
por su trabajo, es el de los servicios, con una
tasa de 27,6 por ciento. En las maquilas,
especialmente en las que operan en el norte de
México cerca de la frontera con
Estados Unidos, la situación es preocupante,
denunció a IPS Beatriz Luján, dirigente
del sindical Frente Auténtico del Trabajo, con
unos 35.000 afiliados.
"En las maquilas
no hay movilidad laboral. En algunas, los
puestos de alto nivel están vedados para las
mujeres. Además, el acoso sexual es muy general
y la mayoría de las veces no se denuncia",
declaró. En los estados norteños trabajan más de
500.000 mujeres en maquilas de textiles y
productos para la industria automotriz, como
sillones y alfombras.
El término
maquila fue rescatado precisamente en México
del castellano medieval, para describir a las
empresas que fabrican para marcas de otros
países, a cambio de una porción del beneficio,
sin que la producción llegue al mercado local y
con exenciones impositivas para la materia prima
importada. Desde su surgimiento en los años 60,
la maquila ha sido criticada por organismos
internacionales y fuerzas sindicales de los
países donde se instala, por ser un sistema que
se presta a la explotación laboral gracias a los
limbos legales de su funcionamiento.
La Constitución
mexicana y la Ley Federal del Trabajo prohíben
la discriminación laboral por razones de edad,
sexo, embarazo, religión, raza o color de piel,
entre otros aspectos. Además, está prohibido el
despido de mujeres encintas.
El caso nada ejemplar de Wal-Mart
Para ilustrar el
nulo respeto a los derechos laborales de mujeres
y menores de edad, PRODESC efectuó una
investigación sobre la situación en Wal-Mart,
la mayor cadena mundial de tiendas por
departamentos y la mayor empleadora privada en
México. El informe "Lo barato sale caro:
violaciones a los derechos humanos laborales en
Wal-Mart México" concluyó que la empresa
violenta derechos en materia de salarios, salud,
seguridad, horarios, pagos de horas extras y
prestaciones laborales. También impide la
creación de sindicatos, bajo la argucia de
considerar como "asociados" a sus empleados.
El título del
estudio hace referencia al lema del
conglomerado: la tienda de los precios bajos ,y
De León subrayó que en un mercado muy
concentrado como el mexicano, el comportamiento
de Wal-Mart causa un daño especial porque
otras empresas, para competir con ella, imitan
sus prácticas negativas, bajan sus condiciones
laborales y refuerzan la discriminación de
género. Shaila Toledo, investigadora de
PRODESC que participó de la elaboración
del documento, indicó que las trabajadoras
sufren discriminación y explotación, al
solicitarles al momento de ingreso una prueba de
embarazo y obstaculizarles posibilidades de
ascenso.
El reporte da
cuenta de las condiciones en que laboran cerca
de 130.000 empleados de esa firma, que llegó a
México en 1991 y que opera 895 tiendas en
141 ciudades del país. La investigación se
realizó entre junio y julio de 2007 entre 247
trabajadoras en ocho de los 32 estados, y uno de
los temas centrales hallados fue el de los bajos
salarios, pues 52 por ciento de las encuestadas
respondieron que su sueldo es insuficiente para
cubrir sus necesidades más elementales. A pesar
de que la cadena minorista registra ganancias
anuales superiores a los 20.000 millones de
dólares, las trabajadoras ganan mensualmente, en
promedio, entre 200 y 350 dólares. El salario
mínimo en México es de unos cuatro
dólares diarios.
Wal-Mart
paga a sus "asociados" con dos tarjetas
plásticas. Una sirve para retirar el depósito de
una parte del salario de un banco, en un sistema
que obliga al uso de la red interna de cajeros
automáticos de las tiendas, y la otra sólo sirve
para adquirir productos en sus propias tiendas
mediante los llamados "vales de despensa". La
Suprema Corte de Justicia declaró en septiembre
de 2008 inconstitucional la segunda modalidad,
al compararla con el sistema de "tiendas de
raya", que se aplicaba en las fincas mexicanas
en el siglo XIX.
En aquella época,
los trabajadores del campo mexicano sólo podían
adquirir bienes en la tienda de su patrón y a
precios muy altos, lo que los mantenía en un
estado de semiesclavitud. Sin embargo, el fallo
del tribunal sólo beneficia al trabajador que
demandó a Wal-Mart y no a todos los
empleados de la transnacional, porque la
legislación mexicana no contempla la figura de
la acción colectiva, al contrario de Estados
Unidos y otros países.
"No sé si el
fallo de la Suprema Corte vaya a influir en la
manera que Wal-Mart se conduce", dijo
Toledo. Al conocerse el estudio, la empresa lo
descalificó al alegar que no era objetivo ni
veraz. Además, la firma aseguró que sus
"asociados" ganan salarios y prestaciones
superiores a los pautados por las leyes
mexicanas. También afirmó que más de 11.600
trabajadoras fueron ascendidas de puesto en
2008, pese a que las encuestas mostraron que las
mujeres son discriminadas en su ascenso frente a
los hombres y reciben menos salario que ellos
por igual trabajo.
La directora de
Semillas recordó que muchas empresas
internacionales, especialmente del ramo textil,
han cortado la entrega de materias primas a
firmas que violan los derechos laborales. "Con
Wal-Mart se podría proceder de la misma
manera", planteó. En Estados Unidos,
donde Wal-Mart opera unos 3.400
establecimientos y emplea a 1,6 millones de
personas, enfrenta una demanda colectiva por
discriminación de género, el mayor caso en la
historia de esa nación.
Aunque Paulina
ignoraba cuando entró a trabajar en Wal-Mart
que preguntar por un posible embarazo era
ilegal, se sintió vejada por esa y otras
preguntas personales a las que debió contestar,
al igual que al menos la mitad de las
trabajadoras de la empresa, según determinó el
estudio. También ha sabido de mujeres que fueron
despedidas, bajo el pretexto de problemas de
seguridad, cuando se supo que esperaban un hijo,
tal como refleja el estudio que sucede en dos
por ciento de los casos.
Paulina
también ha sufrido el ventajismo de los hombres
a la hora de los ascensos. "Tengo un expediente
perfecto, pero hace cuatro meses eligieron para
supervisor a un colega, que ya ganaba más que yo
como cajero". "Las mujeres somos mayoría, pero
los hombres son los privilegiados", criticó. Por
eso, organizaciones como PRODESC y
Semillas han puesto en marcha programas de
información en maquilas y en explotaciones
mineras, para que las trabajadoras conozcan sus
derechos y así pueda disminuir la proporción de
infracciones a sus derechos laborales.
La investigación
sobre Wal-Mart descubrió también
violaciones a los derechos de los 75.000 menores
trabajadores, encargados de empacar los
productos adquiridos por los clientes a cambio
de propinas, conocidos en México como
"cerillos". Los menores no perciben salario,
pero son obligados por la transnacional a
realizar tareas como acomodar los carritos de la
compra y colocar las mercancías en los estantes.
Además soportan jornadas muy superiores a las
seis horas permitidas legalmente y otros tipos
de explotación.
Emilio Godoy
Tomado de IPS
11 de marzo de
2009
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