Tiene 39 años,
trabajó durante nueve años en la planta de Santo Domingo
de Helados Nestlé, siempre en el mismo puesto, hasta el
pasado 19 de julio, cuando fue cesada junto al resto del
personal de la planta, cerrada sorpresivamente. Era
afiliada al Sindicato de Trabajadores de Helados Nestlé
(SINTRANESTLED), y tenía un embarazo que perdió pocos
días después del despido masivo. Rosa Iris brindó su
testimonio a Sirel con un tono que reunía angustia,
rabia y rebeldía.
-¿Cómo era la relación con la empresa?
-Al principio, cuando entré a la fábrica, la relación era
bastante buena, pero hace unos cinco años contrataron a
una nueva gerente de Recursos Humanos, Ana Isabel,
y las cosas cambiaron completamente. Comenzaron a
maltratar a los empleados, a las mujeres nos
discriminaban muchísimo. Aunque yo estaba preparada para
asumir otro puesto nunca me lo dieron; preferían traer
gente de afuera que les respondía a ellos. Esa empresa
era muy buena, pero la dañaron con estas personas -como
la señora Isabel- que comenzaron a traer de las
zonas francas.
-¿Había persecución sindical?
-Claro, si eras del sindicato te discriminaban. Y a los que
aún no lo eran les decían que si no se afiliaban les
iría mejor, les darían más beneficios. A los
sindicalizados no los tomaban en cuenta para nada.
-¿Cómo viviste el día del cierre de la planta?
-Eso fue terrible para mí, porque fue totalmente sorpresivo.
Tres días antes había sabido que estaba embarazada. Esa
mañana, cuando llegamos, no nos dejaron entrar a la
fábrica y nos mandaron a esperar en el estacionamiento.
Allí nos dijeron que la planta estaba cerrada. Fue
terrible, porque la situación económica de este país
está malísima, cada día peor, y saber que uno se quedaba
sin empleo… ¡Fue terrible!
Ellos nos
utilizan, y cuando ven que ya nos sacaron
todo el jugo, que uno no les sirve, lo
desechan como basura. Eso es
Nestlé |
Luego, cuando me dieron la carta de cancelación les dije que
estaba embarazada y reclamé el pago del período de
lactancia, pero me respondieron que sólo me darían el
seguro por seis meses y nada más. Sentí una gran
angustia por el futuro, por la situación en que está el
país y porque, de la noche a la mañana, después de haber
estado tanto tiempo con ellos, no merecía ese maltrato.
Todo eso me deprimió mucho. Cuatro días después del
cierre empecé a tener hemorragias y perdí el embarazo.
-¿Tienes otros hijos?
-Sí, una mujer y dos varones, pero imagínese, aquí la
situación está muy mal. Todo se me junta en la cabeza y
me deprime mucho. A veces no puedo dormir de tanto
pensar cómo solucionar los problemas, porque conseguir
otro trabajo está bien difícil. Tantos años trabajando
en
Nestlé para que nos hagan algo tan feo, tratándonos como
criminales.
El día del cierre la fábrica estaba llena de policías. Tenían trancados nuestros lockers y no nos querían dejar
pasar. Armaron una valla como si fuéramos delincuentes.
Todo esto fue terrible y creo
que causó la perdida de mi embarazo. Ahora corre el
rumor de que es una maniobra de la gerencia para sacarse
al sindicato de encima, y que van a abrir de nuevo la
fábrica con personal no sindicalizado.
-¿Tienes noticias de tus ex compañeros y compañeras?
-Sí, los veo casi siempre, ninguno consiguió trabajo todavía.
Dicen que
Nestlé organizó una charla y muchos fueron creyendo que habría
nuevamente empleo, pero era sólo una charla. Fue una
maniobra para tranquilizar a la gente. Ellos son muy
malos, le hacen creer al público que son muy bondadosos,
pero en realidad tienen muy poca humanidad con las
personas que trabajan para ellos.
-¿Qué esperas para el futuro?
-Espero que el Señor me abra caminos, porque esto está muy
difícil aquí. Del dinero que me dieron por el despido ya
me queda poca cosa, porque manteniendo a los niños… se
va…
-¿Estás sola con los niños?
-Sí. La mayor tiene 18 años, el varón más grande tiene 16 y
el más chiquito va a tener 2 años.
-¿Cómo describirías a
Nestlé?
-Es una empresa que maquilla las cosas.
Nestlé
no tiene humanidad. A
Nestlé
no le importa lo que viven sus trabajadores. Había
algunos con diez y hasta 14 años de trabajo en la
empresa, otros que salieron mal de salud. Recuerdo el
caso de una compañera que tenía problemas en sus
rodillas, y como trabajamos de pie, ella sufría. Pero la
empresa la despidió. Después, gracias al sindicato
conseguimos sillas, pero cuando se rompieron no las
repusieron. Ellos nos utilizan, y cuando ven que ya nos
sacaron todo el jugo, que uno no les sirve, lo desechan
como basura. Eso es
Nestlé.
-¿Tenían muchos casos de LER en la planta?
-Sí, además de la persona que ya comenté, había otras
mujeres con dolores en las piernas, en las rodillas. Una
de ellas ya no podía estar parada, con las venas
hinchadas y con dolor. También había gente con dolor en
los brazos. Recuerdo que la señora Dominga, una
compañera, cuando nos cancelaron me dijo “Yo me voy de
aquí, pero ya no sirvo para nada”. Ellos saben todo
esto, pero no les importa. Sólo les interesa que uno
haga su trabajo, y nada más. ¡Mira cómo lo hicieron, que
ya cuando no les servimos nos desecharon!
-¿Cómo era el salario? ¿Era bueno?
-El salario mejoró mucho cuando hicimos el sindicato. Cuando
yo entré era de 1.800 pesos mensuales (53 dólares) y
esta gente aumentaba ¡de a 50 pesos por año! Ahora eran
de cerca de 9.000 pesos (265 dólares). Pero ellos
comenzaron a arreglar los sueldos bajo presión del
sindicato. No teníamos uniforme, ni zapatos. Todos los
beneficios los conseguimos por el sindicato, porque esta
gente no nos daba nada. Para conseguir un préstamo había
que “enfermar” a algún pariente, porque nos los negaban
siempre, pero a Ana Isabel, la gerenta de
Recursos Humanos, con apenas dos meses en la empresa le
dieron un préstamo suficiente para comprarse un carro.
-¿Qué les dirías a los trabajadores y trabajadoras de
Nestlé
en todo el mundo?
-Que no se dejen explotar, que luchen por sus derechos. Y que
no confíen en
Nestlé, ya que lo único que hace es utilizar a sus trabajadores.
-Y a
aquellos que compran productos
Nestlé,
¿qué les dirías?
-Que averigüen el sacrificio con el que se hacen esos
productos. A menudo les decía a mis compañeras que si
las madres supieran cómo tratan a las personas, yo creo
que muchas no comprarían helados
Nestlé
para sus
niños.
En Montevideo,
Carlos Amorín
Rel-UITA
14 de agosto de
2008 |
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