El departamento
colombiano del Caquetá se encuentra cerca de la frontera de
ese país con Ecuador y Perú. Con 98.000 kilómetros
cuadrados, es uno de los más grandes del país; por encontrarse en la
cuenca amazónica es privilegiado por su riqueza en flora, fauna y
recursos hídricos. La selva fue depredada en la mayoría de su
territorio para dar paso a la ganadería extensiva y los monocultivos
de palma de aceite.
En Caquetá
habitan no menos de 500 mil personas, de las cuales forman parte
siete comunidades indígenas y cuatro afrocolombianas que conviven
con los mestizos.
La mayoría son mujeres y jóvenes que laboran en la ganadería
extensiva, en condiciones precarias, con ausencia total de seguridad
social, programas de vivienda rural o educación, a lo que se suma el
trabajo infantil
La UNAC, con el
apoyo de Rel-UITA, organizó la regional Caquetá e
incorporó a los campesinos pequeños productores de leche para
subsistencia familiar. Desde hace más de 31 años Nestlé tiene
presencia en el Caquetá por el alto potencial de producción
de leche de la mejor calidad. Compra el 51 por ciento de lo
producido por los 15 municipios del departamento.
Un día, precedido por
una noche de tormenta, rayos y centellas, los campesinos afiliados a
la UNAC y otros más, con el mismo hábito de ordeñar
diariamente para entregar en el camino la leche a la transnacional,
se encontraron con una noticia despachada por Nestlé por
medio de los conductores de camiones recolectores:
“No
compramos más leche por razones de seguridad; las FARC lo impiden”.
Los campesinos cayeron en el desconcierto, los pocos ingresos de la
leche a precio basura anochecieron y no amanecieron.
Los camiones recolectores dejaron una estela de polvo en los caminos
y no volvieron.
La UNAC se
movilizó ante alcaldes, gobierno departamental y dirección de
Nestlé en Colombia, Ministerio de Agricultura y, por los
resultados y la atención prestada, creemos que
conseguiremos la paz en Colombia antes de que Nestlé, con su
fementido pretexto, compre la leche a los humildes.
Porque, pequeño detalle,
la
transnacional sí continuó comprándosela a los grandes productores
sin interrupción alguna y mejorando precios y el volumen de compra.
El Caquetá es un
teatro de la guerra de la “seguridad democrática del presidente
Uribe”, y allí, dicen las malas lenguas,
para
el gobierno y las transnacionales como Nestlé, “campesino que no es
guerrillero es sospechoso de serlo”.
En República
Dominicana, como los buenos asaltantes de caminos, Nestlé
esperó la noche para cerrar las puertas, y con la “fuerza pública”,
muy diligente en estos casos, dejó a los trabajadores en la calle.
No menos denigrante y salvaje es lo que ocurre en Caquetá,
con la complicidad de autoridades de gobierno, que priorizan el
apoyo a los grandes productores terratenientes y a Nestlé,
ambos asquerosamente ricos a costa de la miseria social.
La lucha continúa.