La ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, que consagra la
impunidad de la mayoría de los responsables de delitos de lesa humanidad
cometidos en dictadura, está a punto de caer, atenazada por una sentencia
internacional y, al interior de Uruguay, por un proyecto de ley que contaría
con las mayorías necesarias para ser aprobado.
El jueves 24 de marzo será
recordado como "un día de triunfo para las víctimas de la dictadura, sus
familiares y una gran parte de la sociedad uruguaya que ha buscado
incansablemente caminos para impugnar una ley nacida de un acuerdo político
que concedió impunidad a los perpetradores de crímenes horrendos".
Así se refirió la abogada
Ariela Peralta a una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) que condena al Estado uruguayo por la desaparición
forzada de la joven argentina María Claudia García de Gelman,
secuestrada en Buenos Aires en 1976 estando embarazada, llevada
clandestinamente a Montevideo y hecha desaparecer luego de haber dado a luz
a una niña.
El fallo sostiene que la
vigencia de la ley de Caducidad impidió que se investigara y se hiciera
justicia en el caso Gelman. Pero trasciende ese caso. Es una ley,
dice, que "carece de efecto jurídico", al violar disposiciones tratados
internacionales suscritos por Uruguay, que obligan a sancionar
crímenes de lesa humanidad como las desapariciones forzadas.
La CIDH dispone que
Uruguay deberá "asegurarse" que esa ley "no vuelva a representar un
obstáculo para la investigación de los hechos materia del presente caso, ni
para la identificación, y, si procede, sanción de los responsables de los
mismos y de otras graves violaciones de derechos humanos similares".
La sentencia, que halla al
Estado uruguayo culpable por la desaparición de María Claudia García
y la apropiación ilegal y supresión de identidad de su hija, recuerda que
desde 1992 este país viene siendo periódicamente advertido de su deber de
suprimir la ley de Caducidad y que no lo ha hecho.
Uruguay
"ha incumplido con la obligación de adecuar su derecho interno a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas" y lo compele a hacerlo de inmediato.
"Es un fallo vinculante, de
cumplimiento obligatorio", que además constituye "un modelo de cómo se debe
actuar en esta materia", comentó el abogado Óscar López Goldaracena,
uno de los referentes de una Comisión Nacional por la Anulación de la ley de
Caducidad, que impulsó un plebiscito, realizado en octubre de 2009, en el
que finalmente la ley resultó ratificada.
La Corte estima, sin
embargo, que ante el derecho internacional el resultado de ese plebiscito,
como el de uno anterior, efectuado en 1989, carece de validez. "Que la ley
haya sido aprobada en un régimen democrático y ratificada o respaldada por
la ciudadanía en dos ocasiones no le concede, automáticamente, legitimidad
ante el derecho internacional", dice.
Si este fallo no bastara,
la ley se apresta a recibir jaque mate en el propio parlamento uruguayo.
Después de innumerables
idas y venidas, y negociaciones que parecían que no llevarían a nada,
finalmente la coalición de gobierno Frente Amplio consensuó un proyecto que
termina declarando "inaplicable en los hechos" a la ley de caducidad.
Para ello se basa en fallos
de la Suprema Corte de Justicia, que dictaminó la inconstitucionalidad de la
norma en una veintena de casos en los que fue consultada. "Es previsible que
lo haga en el mismo sentido en otros casos en que sea llamada a
pronunciarse. Eso fue lo que pasó en Argentina hace años: el
parlamento anuló las leyes de Obediencia Debida y Punto Final luego que la
Corte Suprema la declarara inconstitucional en una cantidad de casos",
recordó López Goldaracena a Sirel.
La sentencia de la CIDH
"es suficiente para que la ley caiga, pero si además el parlamento vota este
proyecto ya no será simplemente una caída sino un desplome monumental, un
desbarranque", dijo un familiar de detenido desaparecido.
Todas aquellas víctimas
directas de las aberraciones cometidas en dictadura o sus familiares que
hasta ahora no hayan podido obtener justicia ahora podrían hacerlo, y es
presumible que los militares o civiles que vayan a prisión sean muchos más
que los diez que están presos en este momento, indicó Ariela Peralta,
una de las abogadas defensoras de la familia Gelman.