La siembra consiste
en colocar las semillas en un medio favorable para lograr su
germinación y buen desarrollo posterior de las plantas. Para
asegurar una siembra exitosa hay que tener en cuenta la semilla,
el ambiente en el cual será sembrada y las prácticas agrícolas que
se utilizarán.
El buen resultado de
un cultivo depende de la obtención de una buena planta, pues ella
determina el potencial de producción, la calidad y el período de
cosecha (inicio y duración). Por eso es necesario trabajar con una
buena semilla, con una gran proporción de germinación que genere
almácigos sanos y vigorosos.
Las semillas deben
enterrarse a una profundidad relacionada con su tamaño, en general
equivalente a tres veces su diámetro.
Un buen suelo para
almácigos debe ser liviano, drenado pero capaz de retener agua, y
estar libre de enfermedades y malezas.
La época de siembra
está estrechamente ligada a la especie y al momento en que se
quiere cosechar. El uso de abrigos y sombras permite prolongar las
épocas de siembra, adelantándolas o retrasándolas.
Para su correcto
crecimiento las plantas pequeñas requieren un suministro de agua
continuo, evitando alternancias de escasez y excesos hídricos que
no sólo retrasan su crecimiento sino que las predisponen al ataque
de patógenos y plagas.
Siembra directa
Las semillas grandes,
fáciles de manejar y fuertes para germinar, se siembran
directamente en el lugar donde crecerán. Es el caso del zapallo,
el maíz, el poroto, la remolacha, el nabo, etcétera. También
algunas semillas pequeñas como la zanahoria, el perejil o el
rabanito pueden sembrarse directamente.
Siembra en
almacigueras o bandejas
Las semillas pequeñas
son en general las más delicadas; se les deben prodigar cuidados
especiales, por eso se siembran en almácigos antes de colocarlas
(trasplantarlas) en la tierra. Así ocurre con el tomate, el
morrón, la cebolla, el repollo, la coliflor, el apio, la lechuga o
la berenjena.
Los almácigos se
pueden hacer en bandejas, macetas, cajones, hueveras, etcétera, en
las cuales se colocan sustratos de calidad ("tierra mejorada"),
por ejemplo compost, y se ubican en un lugar abrigado y luminoso.
De esta manera se podrá cuidar las plantas a medida que crecen,
sin que les falte agua y protegiéndolas del frío o del calor
excesivos. En caso de no tener compost, como medida de emergencia
puede recurrirse a la utilización de tierra suelta y esponjosa de
color oscuro.
Cuando las plantas
tienen entre cinco y seis hojas, estarán listas para ser
trasplantadas al lugar definitivo del cultivo.
18 de octubre de 2002 |