Fernando Rodrigo Cencillo está vinculado al Instituto
Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS)
desde su fundación, en 1996, y desde 2000 es director del
Instituto. En el Taller sobre Turismo y Hotelería “Una
mirada desde la Salud y el Trabajo Decente”, realizado en
Buenos el pasado 9 de noviembre, la exposición de Fernando
configuró uno de los momentos de mayor destaque. En esa
ocasión lo entrevistamos con el propósito de abordar la
problemática del trabajo y la salud, dos dimensiones que
caminan separadas como lo demuestra la realidad.
-¿Se siente bien saber que en estas tierras tan lejanas a
España, el ISTAS constituye
una referencia para la labor sindical en la salud y el
ambiente?
-La verdad es que eso que me cuentas es para nosotros
enormemente motivante. Muchas veces los compañeros de
ISTAS vienen a América Latina y nos llena de
satisfacción el ver que nuestro material hace parte de las
labores de los sindicatos aquí. Eso nos ayuda a seguir
trabajando con la ilusión y el compromiso -que en general
tiene toda la gente del Instituto- con la salud de
los trabajadores, los derechos laborales y con los
sindicatos de esta región muy especialmente.
-¿Por qué aquí especialmente?
-Porque en América Latina desarrollamos un trabajo
muy activo en cooperación, tanto con la región
Centroamericana, la Comunidad Andina y el Cono
Sur.
-Como bien sabes, el término trabajo proviene de “Tripalium”,
un instrumento de tortura. En estos tiempos parece que el
sufrimiento en los lugares de trabajo hace honor a su
etimología.
-¡Pues sí! Fíjate que vivimos una paradoja, por un lado
tener trabajo se considera un privilegio, y por otro el
tenerlo conlleva sufrimiento. Hoy se mira que los
trabajadores y las trabajadoras están predispuestos a
aceptar el sufrimiento, a sufrir unas penosas condiciones de
trabajo y ello es producto de esa consideración de sentirse
un privilegiado frente al resto de la gente que está sin
empleo o en la informalidad. Es la presión del contexto
laboral, social y mediático y de una determinada estrategia
empresarial que carga la mano en los trabajadores y las
trabajadoras.
-Y sufrir en silencio, como bien lo define el psicoanalista
Christophe Dejours…
-Efectivamente, sufrimiento silencioso, sufrimiento vivido
como situación individual y no como proceso colectivo.
Sufrimiento generado por unas determinadas condiciones de
trabajo o de empleo.
La ideología
neoliberal ha promovido, con éxito, que el sufrimiento
provocado por el trabajo sea vivido por las personas como un
hecho individual y no social y colectivo.
Entonces tenemos,
sufrimiento silencioso, individualizado y resignado. El
desafío para el sindicalismo es romper con esas tres
barreras, para que el sufrimiento deje de ser invisible,
deje de ser silencioso. Hacer visible socialmente lo que es
percibido como un daño individual, salir del sufrimiento
individualizado y pasar a la reivindicación colectiva. Hacer
conciencia que los daños y los sufrimientos que padecen los
trabajadores tienen su raíz en las condiciones de trabajo.
El trabajo es un elemento central en la
construcción de nuestra identidad. Y la
identidad es el armazón de nuestra salud mental,
así que el trabajo no tiene una posición
neutral: o favorece nuestra salud o la
perjudica.
(Christophe
Dejours) |
Tercero hay
que romper con el sufrimiento resignado.
Es decir, hay que lograr convencer que es posible cambiar
las condiciones de trabajo en una dirección en la cual no se
afecte la salud del trabajador y la trabajadora.
-¿Tácitamente refieres a cambios en la praxis sindical?
-En cierta medida romper estas tres barreras es pensar en un
sindicalismo un poco distinto al que hemos venido haciendo
en los últimos años.
Romper el sufrimiento silencioso significa tener capacidad
de llevar a los medios de comunicación ese sufrimiento no
reconocido. Hacer ver a los trabajadores que su sufrimiento
individual tiene una raíz colectiva, significa hacer un
sindicalismo muy activo, muy en contacto directo con las
personas que están sufriendo para recoger su propia
percepción, su propia experiencia y devolverlo en forma de
intervención colectiva.
Finalmente romper con la resignación y con la aceptación de
que el sufrimiento es casi inevitable, significa pasar a un
sindicalismo de reivindicación y un sindicalismo de lucha
que consigue avances y logra motivar con ejemplos prácticos
que las condiciones se pueden cambiar. Que no tenemos por
qué estar resignados a trabajar y enfermar, a tener un
desgaste de nuestro organismo psíquico y físico, que cuando
lleguemos a los 60 o 65 años se nos haya acabado la vida.
-Hace unos
meses en Gandía, una localidad muy cercana a Valencia donde
tú naciste, Franns Rilles Melgar perdió un brazo trabajando
en una “panadería”…
-Y los dueños lo dejaron a 100 metros de un hospital y
tiraron el brazo en un contenedor de basura. ¡Tremendo!...
-¿Esta barbarie da una idea de lo qué está pasando en
materia de seguridad laboral
y “ética empresarial” en España?
-Da una idea de una parte de lo que está pasando, sí. Hay
un sector de la economía que se ha ido sumergiendo vinculada
a la llegada masiva de inmigrantes y al
aprovechamiento de una clase empresarial sin escrúpulos, sin
moral ninguna, que ha utilizado la ilegalidad sociolaboral
de estos trabajadores que no tienen papeles, que no tienen
permiso de trabajo, para explotarlos de manera
inmisericorde.
El sufrimiento existe por más que traten de
mantenerlo oculto. Tiene cara y ojos y obedece a
algunos patrones que se pueden identificar y que
se corresponden con unas prácticas de gestión de
la mano de obra que anulan al ser humano y sus
derechos. Existen muchos estudios que aportan
evidencia acerca de los impactos en la salud de
las personas desempleadas, y tantos otros que
nos hablan del sufrimiento de las personas que
mantienen un empleo.
(Fernando Rodrigo
Cencillo) |
Franns
soportaba jornadas de trabajo de 12 horas diarias, sin
seguridad social, ganaba 700 euros al mes, con una
maquinaria sumamente envejecida sin ningún sistema de
protección y que cuando finalmente se desencadenó el
tremendo accidente, los empresarios carecieron de la
suficiente moralidad y sensibilidad y arrojaron el brazo a
un basurero. Antes habían dejado a Franns a 100
metros del hospital, para evitar que la Policía los pudiera
culpar, e intentaron amenazar al
trabajador para que no dijera cómo había sucedido realmente
el accidente.
Eso es una realidad minoritaria, pero es una realidad. Se
convive al mismo tiempo con una realidad en la cual se han
logrado avances importantes, mientras que en otras empresas
está todo por hacer.
Tenemos una realidad muy diversa, con todo tipo de
situaciones, no sólo blancos y negros, toda una escala de
colores y grises entre ambos. El Sindicato tiene que hacer
frente y moverse en toda esa complejidad de situaciones,
también en estas de la ilegalidad y la inmoralidad.
-La confederación alemana de sindicatos (DGB) viene
denunciando que por efecto de la crisis y el miedo de perder
el empleo la gente se automedica (“dopaje en el trabajo”) o
arrastra las enfermedades a su puesto de trabajo…
-Efectivamente, la globalización, la crisis sobrevenida
sobre este modelo de globalización basado en la
desregulación de los mercados y en la desregulación laboral,
todo este modelo ha fracasado, pero sus efectos son muy
reales.
Ello ha provocado un aumento muy fuerte del desempleo en
Europa en España especialmente, y como lo hemos
dicho,
el desempleo,
o el temor a sufrirlo, predispone a los trabajadores y
trabajadoras a soportar cualquier condición: como la de
asistir al trabajo aún enfermo, esto es, el llamado “presentismo”.
En términos de salud
el
presentismo acaba pasando factura
a medio y largo plazo.
El
presentismo mata.
Una investigación del Instituto Finlandés de Salud Laboral,
luego de revisar 5 mil historias médicas, concluyó que
quienes van a trabajar a pesar de no encontrarse bien de
salud tienen doble riesgo de padecer enfermedades graves,
que aquellos que se toman unos días de baja en similares
circunstancias.
Tarde o temprano muchas de esas personas en Alemania
no podrán continuar trabajando o serán expulsadas del
mercado de trabajo por enfermedad. Tendrán una vida con
mucho desgaste o padecerán de envejecimiento precoz: un
fenómeno en el que pueden estar sometidos muchos
trabajadores y trabajadoras, especialmente en aquellos
sectores más castigados por la precariedad, la inseguridad y
las malas condiciones de trabajo.
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