De la comedia al drama

 El pasado domingo 13 Anheuser- Busch le dio el sí a InBev,

del matrimonio surge la mayor cervecera del mundo.

 

El marco en el cual ocurrió la transacción

 

Desde hace años, las grandes compañías cerveceras están abocadas a un agresivo proceso de concentración. En 2002, nació el gigante SABMiller, con la compra por parte de South African Breweries (SAB) de Miller al grupo Philip Morris por 5.000 millones de dólares. Dos años después, la adquisición por parte de la belga Interbrew del gigante brasileño AmBev por 9.400 millones de euros, dio origen al gigante mundial InBev. En julio de 2005, SABMiller adquirió la colombiana Bavaria por 7.800 millones de dólares. En octubre de 2007, fusionan Miller y Coors - segunda y tercera cerveceras estadounidenses respectivamente- para competir con el líder en ese país, Anheuser-Busch (A-B). Un mes después, SABMiller anunció la compra de la alemana Grolsch por 816 millones de euros. El pasado 25 de enero, la danesa Carlsberg y la holandesa Heineken firmaron un acuerdo para adquirir Scottish & Newcastle, en una operación valorada en 10.350 millones de euros.

 

Pero 2008 traía otras novedades. Este año todos los records fueron superados por la belga-brasileña InBev al proponerse la compra hostil de su rival estadounidense A-B -fabricante de la conocida marca Budwieser- con ventas próximas a los 19.319 millones de dólares. La oferta inicial de InBev fue de 65 dólares por acción, lo que  equivale a 46.000 millones de dólares.

 

Para tener una idea de los alcances de esta movida, recordemos que en los últimos cinco años las 20 mayores cerveceras mundiales han estado involucradas en 280 operaciones, con un valor global superior a los 80.000 millones de dólares. Las adquisiciones y fusiones pueden explicarse por el hecho que  las compañías cerveceras -al igual que el resto de empresas de alimentación- tienen que lidiar con el alza del precio de las materias primas. Por ello, una mejor eficiencia en la producción a través de la concentración se convierte en una necesidad, dada la imposibilidad de trasladar a los consumidores la totalidad del incremento de los costes. Por otro lado, las compañías comprueban entusiasmadas que el calentamiento global está marcando una tendencia a inviernos más cálidos y, por ende, a un mayor consumo de cerveza.

 

Las partes

 

InBev, que como es sabido nació de la fusión de la belga Interbrew y la brasileña AmBev, es la segunda mayor cervecera del mundo por volumen después de la británica SabMiller y el año pasado su producción fue de 225,6 millones de hectolitros, con una participación de 12,8 por ciento en el mercado mundial, empleando a unas 77.000 personas en 32 países. En diciembre de 2005 el brasileño Carlos Brito asumió como presidente ejecutivo y a partir de ahí comenzaron a aparecer cada vez más brasileños en los altos cargos de InBev, en un movimiento que algunos analistas calificaron de “adquisición al revés”. Los ejecutivos belgas y los políticos de ese país reconocen que ya no controlan la empresa. InBev “antes era totalmente belga, después fue belgo-brasileña y ahora es brasileño-belga” comentó el ministro de Economía, Vicent Van Quickenborne.

August Busch IV

 

Anheuser-Busch Companies, Inc., es el más grande productor de cerveza de los Estados Unidos y el tercero mundialmente, teniendo su centro operativo ubicado en San Luis (Misuri). Sus orígenes se remontan a una pequeña cervecería fundada en 1852.  En 1876 lanzó al mercado una cerveza de color tenue con la marca Budweiser, que con los años se convertiría en la más vendida en los Estados Unidos, captando 48,5 por ciento de ese mercado. Cuenta con 12 plantas en el país, empleando unas 8.600 personas para producir 150,7 millones de hectolitros de cerveza al año. Budweiser será el patrocinador oficial en la categoría cervezas en los próximos juegos olímpicos de Beijing. Además, A-B cuenta con una participación del 27 por ciento en Tsingtao, la empresa líder en cerveza premium de China.

 

A lo anterior debe agregársele que A-B es el mayor accionista (50,2 por ciento) del mexicano Grupo Modelo, principal productor y exportador de cerveza de México que maneja, además de otras once marcas, la popular Corona Extra, de la cual vende anualmente casi 120 millones de cajas en Estados Unidos. Las negociaciones entre InBev y Modelo corren por cuerda separada y de no llegarse a un acuerdo las diferencias se discutirían en una corte de Nueva York, litigio que podría durar años. Todo parece indicar que Modelo aceptará la compra de su socia A-B por parte de InBev lo cual le permitirá ingresar en el mercado brasileño, el tercer consumidor de cerveza del mundo.

 

Un noviazgo complicado

Carlos Brito

 

Todo comenzó a principios de junio cuando InBev le propuso a A-B una oferta hostil de compra por un valor de 46.400 millones de dólares, equivalentes a 65 dólares por acción.  La oferta fue rechazada, pues A-B la consideró “financieramente inadecuada y contraria a los mejores intereses de sus accionistas” y August Busch IV, su presidente ejecutivo, le dirigió una carta a Carlos Brito transmitiéndole esos argumentos. Además A-B demandó a InBev argumentando que la oferta era ilegal y  planteaba un “precio de rebajas”, además de acusarla de recurrir a “prácticas engañosas”. Por su parte InBev dio inicio a un plan para reemplazar al directorio de A-B para garantizar una mayoría de miembros favorable a la venta.

 

Cuba, políticos y trabajadores en danza

 

En medio de la danza nupcial que duró más de un mes, cualquier estratagema servía. A-B llegó a recurrir a la política anticastrista mantenida desde hace décadas por los distintos gobiernos estadounidenses, acusando a InBev de mantener lazos comerciales con el gobierno de Cuba, argumento que recibió el apoyo de Departamento de Estado. InBev cuenta con cerca de 600 empleados en Cuba y una cuota de mercado del 44 por ciento, que vienen desde el tiempo de la canadiense Labatt antes de ser absorbida por Interbrew. Cuando Interbrew fusionó con AmBev para crear InBev, Labatt fue incorporada por Ambev y pasó a ser gestionada desde São Paulo, con lo cual el reclamo de A-B parecería no tener asidero.

 

Más allá que Budweiser es la marca de cerveza que consume uno de cada dos americanos, su condición de patrocinador de la Superbowl (como se conoce el partido final del campeonato de la liga de fútbol americano) y la presencia en su etiqueta del águila y los colores azul, blanco y rojo, la convierten en un símbolo de la cultura americana. Debido a ello no es de extrañarse que la clase política se sintiera obligada a opinar sobre la posible venta de A-B.

 

John McCain, el candidato presidencial republicano, está vinculado a A-B a través de su esposa Cindy Hensley, propietaria de la empresa Hensley & Co., que posee la exclusividad sobre Budweiser. Pese a ello McCain evitó manifestarse, ya que si aprobaba la compra podría ser acusado de poco nacionalista y si la rechazaba ser atacado por oponerse al libre mercado. Por su parte Barack Obama, candidato presidencial del Partido Demócrata, manifestó en un comunicado: “Fue decepcionante saber que A-B acordó ser vendida a InBev. A-B es un icono estadounidense y esta venta podría amenazar a miles de empleos en Misuri”.

 

Durante las negociaciones, Carlos Brito se entrevistó con el senador republicano del estado de Misuri, Christopher Bond. Al término de la entrevista, Bond emitió un comunicado donde afirmaba: “mis electores en Misuri dicen que esta Bud no es para ti”. Brito también se reunió con la senadora demócrata de Misuri, Claire McCaskill. Luego de la reunión la senadora manifestó que “sería genial si la oferta de compra fuera rechazada y de esa manera demostrar que América no está en venta”. “En nombre mío y de todos nuestros amigos a los que nos gusta tomar una Bud Light todos los veranos, estos nos angustia mucho”, agregó. Por su parte el gobernador de Misuri, el republicano Matt Blunt declaró: “Me opongo firmemente a la venta de A-B y el ofrecimiento de comprar la compañía me resulta profundamente inquietante”.El argumento central de los políticos mencionados era su inquietud por la posible pérdida de puestos de trabajo si la venta se concretaba. “Se trata de nuestros empleos y de nuestra nación”, podía leerse en algunos de los sitios de Internet que nacieron para oponerse al negocio.

 

Todo ese patriotismo pequeño no pudo ocultar lo perversa que puede resultar la lógica capitalista.  En un desesperado esfuerzo para enfrentar el intento de compra, August A. Busch IV, presidente de A-B, presentó un plan de acción que incluía, entre otras medidas, el recorte de 1.290 puestos de trabajo, es decir el 15 por ciento de los actualmente existentes. El silencio de los políticos frente a esta medida parece indicar que los despidos no son preocupantes siempre que sean decididos por americanos.

 

Un cañonazo de 6.000 millones

 

Si en la primera década del siglo pasado, 50 mil pesos mexicanos eran tanto dinero como para permitir que Álvaro Obregón asegurara que ningún general mexicano resistía un cañonazo de 50 mil pesos, hoy 6.000 millones de dólares también es mucho dinero. Por eso, cuando InBev puso sobre la mesa esa cifra, elevando su oferta de compra a 52.000 millones de dólares (70 dólares por acción) los accionistas de A-B no resistieron el cañonazo, cerraron los ojos, abrieron el bolsillo y dieron el sí.

 

El nuevo grupo se llamará Anheuser-Busch InBev  y pasará a ser líder mundial en la industria cervecera y uno de los cinco mayores en el sector de los alimentos. Captará la cuarta parte del mercado mundial de cerveza, produciendo 460 millones de hectolitros al año y sus ventas, 40 por ciento de ellas en Estados Unidos, llegarán a 36.000 millones de dólares.

 

Carlos Brito será el presidente ejecutivo de la nueva compañía y A-B tendrá dos lugares en el directorio. En el acuerdo se estableció que la sede para Norteamérica se mantendrá en la ciudad de San Luis y que todas las plantas cerveceras en EE.UU. permanecerán abiertas, sin embargo no se garantiza el mantenimiento de los actuales puestos de trabajo.

 

Perspectivas futuras

 

Durante las negociaciones, para seducir a los accionistas de A-B, InBev prometió reducir en 1.500 millones de dólares anuales los costos operativos. Esto significa que impondrá el estilo de sus ejecutivos brasileños encabezados por Carlos Brito. Este estilo se caracteriza por establecer objetivos de producción y de ventas  muy exigentes y recortes de costos que pueden llegar a ser brutales. Una muestra es el cierre de las plantas de Labatt en Toronto y Vancouver durante el 2005 y los despidos en Europa durante el 2006, cuando InBev implementó su presupuesto de base cero, sistema en el cual los departamentos tienen que justificar todos los gastos, en lugar de modificar sus presupuestos. También en Europa, InBev ya está aplicando la política de subcontratar personal y crear empleos flexibles de medio tiempo.

 

En Argentina, Budweiser es la cuarta marca más vendida con una participación de mercado del 5 por ciento. La licencia de la marca, tanto en Argentina como en Chile, está en manos del grupo chileno CCU, cuya filial local tiene como socio minoritario (4 por ciento) a A-B. El contrato de la licencia se firmó a fines del año pasado extendiéndose hasta 2025.  Por su parte InBev es por lejos la número uno del mercado del que capta el 74 por ciento a través de sus marcas Quilmes, Brahma y Stella Artois. Por lo tanto, todo indica que por ahora las marcas seguirán operando en forma separada.

 

Queda por ver como reaccionará SABMiller y no son de descartar acuerdos con la mexicana FEMSA o con Molson Coors, con quien ya fusionó operaciones en Estados Unidos. Pronto veremos las consecuencias y las reacciones provocadas por esta mega compra.

 

 

En Montevideo, Enildo Iglesias

Rel-UITA

21 de julio de 2008

Enildo Iglesias

 

 

 

 

Fotos 1,4 y 5: Rel-UITA

Fotos 2 y 3: El Semanario

 

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