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Con Luiz
Amore*
Un recurso, cuatro pueblos
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El secretario general del Proyecto para la
Protección Ambiental y Desarrollo Sostenible del
Sistema Acuífero Guaraní, resalta que esta es la
primera experiencia a nivel mundial de cogestión
integral de un recurso vital. “El conocimiento
–afirma– es la base de la libertad”. |
-¿Cuánto se ignora sobre el Acuífero Guaraní?
-Mucho. La mayor parte de la información sobre el
Acuífero Guaraní (AG) no está desarrollada, y hasta es
posible de hallar datos que no son coincidentes. Esa
es justamente una de las realidades que explica la
necesidad del proyecto: conocer mejor el AG.
-¿Cuál es la importancia económica, política, cultural
del AG?
-Los recursos hídricos es un tema que tiene cada vez
más importancia. El agua es un elemento de paz, no
como lo profetizan algunas visiones como un
instrumento de conflicto y hasta de guerra. Como el
agua es un elemento imprescindible para la vida pienso
que las personas tienen naturalmente tendencia a
cuidarla, a protegerla. Este acuífero transfronterizo
que involucra a cuatro países genera una mayor
relación, una mayor hermandad que favorecerá la
gestión para su conservación y su uso sostenible.
-¿Cuál es el objetivo del Proyecto?
-Apoyar a los cuatro países para alcanzar un marco de
gestión del AG para las generaciones presentes y
futuras.
-¿Qué criterios tendrá ese marco de gestión?
-Primero, técnicos; debemos conocer el acuífero. En la
actualidad tenemos políticas referidas a los recursos
hídricos superficiales. Uruguay, por ejemplo, tiene un
Código de Aguas, una junta termal llamada Junta
Asesora del Acuífero Intrabasáltico, que está a cargo
de todo lo relacionado con el acuífero y especialmente
con su geotermia. En el resto de los países hay
organismos más o menos similares. En Brasil hay
organismos nacionales y locales, hay políticas y
herramientas para la gestión de cuencas. En Argentina
aprobaron en diciembre de 2002 una ley nacional cuya
reglamentación aún no está desarrollada. En los dos
países federales, Argentina y Brasil, los recursos
subterráneos están bajo la égida de las autoridades
provinciales o estaduales. En Brasil son ocho los
estados concernidos, y en Argentina son seguramente
tres provincias, quizás cinco. Allí tenemos una
indefinición de cuáles son los límites del AG. En
Paraguay se está discutiendo una ley de recursos
hídricos, lo que en sí ya es un logro del Proyecto
porque colocó este punto en la agenda política.
-¿Esa indefinición de los límites del acuífero que
subsiste en Argentina se debe a falta de información?
-Claro, porque el recurso se conoce en la medida en
que se usa, se explota, porque está bajo los pies. El
conocimiento que tenemos de él es todavía insuficiente
para poder manejarlo con inteligencia. No se puede
gestionar lo que no se conoce.
-Quiere decir que el primer objetivo es generar
información confiable.
-Es que hay dudas. Cuando se dice acuífero hay quien
se imagina un mar subterráneo, o un gigantesco lago,
pero en realidad el acuífero es la roca empapada en
agua, sea en sus poros, entre los granos minerales o
por sus fisuras. La explotación de este recurso está
basada en los pozos y estos sólo tienen influencia en
una dimensión espacial limitada. No es posible extraer
toda el agua del AG desde un gigantesco pozo. En caso
de una sobreexplotación localizada, lo que se
producirá será una merma en la cantidad de agua que
produce ese pozo porque el nivel bajará y se secará.
Con el tiempo el nivel podrá regresar a su punto
anterior, no olvidemos que la mayor parte del AG se
encuentra en un área tropical con una capacidad de
recarga muy intensa. También existen las aguas
fósiles. Esta es otra cosa que aún debemos aclarar, si
el recurso es uno solo o si son muchos, porque en este
momento estamos estudiando en Paraná la existencia de
numerosos diques que funcionan como barreras de
contención para el agua. Se sospecha que puedan ser
como células pegadas unas junto a las otras pero sin
comunicación entre ellas, lo que implicaría que si se
extrae el agua que hay en ellas no se volverán a
llenar. Sería una actividad extractiva como la
minería. Hay allí distintas conformaciones geológicas
que podrían albergar algo así como subacuíferos.
-Con la información disponible en este momento, ¿es
posible hacer una estimación “científica” del volumen
del acuífero?
-Hay sólo estimaciones, de las cuales las más creíbles
le adjudican un volumen de 40 mil kilómetros cúbicos
de agua.
-¿Qué representaría ese volumen colocado en la
superficie y todo junto?
-Sería un lago del tamaño del Uruguay con 200 metros
de profundidad, pero esta visión es engañosa porque no
está así naturalmente y el recurso es explotado por
pozos. Por ejemplo, en Riberao Preto, donde hemos
ubicado una de nuestras antenas piloto, hay 500 mil
habitantes y toda el agua proviene del acuífero. En el
centro de la ciudad hay un cono de depresión que hace
una pendiente de 60 metros con relación a la
periferia, lo que significa que las aguas residuales
salen por esa zona y se puede mezclar con la que
consumen las personas. Por eso hay que tener mucho
cuidado con la ubicación de ciertas cosas como las
estaciones de servicio, el cementerio, la descarga de
basura doméstica, porque si no se piensa todo junto
esto puede regresar a la población por el agua.
-¿La ciudad de San Pablo utiliza el acuífero para su
abastecimiento de agua dulce?
-No, la ciudad de San Pablo no, pero todo el oeste del
Estado de San Pablo sí lo usa. En muchos lugares hay
consumo. En Salto, por ejemplo, se usan las aguas
termales, e inclusive allí se trata de un consumo
transfronterizo porque también lo utiliza la ciudad de
Concordia, en Argentina. Allí de lo que se trata no es
de prohibir el consumo, sino de definir cuál es el
nivel de uso sustentable. En este caso, ya no sólo se
trata de no sacar más agua de la que entra al sistema,
sino que no se debe bombear agua más velozmente de lo
que se repone el calor, porque de lo contrario el
recurso se enfría y se muere la gallina de los huevos
de oro.
-¿Cómo se está instrumentando esto en la práctica?
-Otra de las zonas piloto es Santana-Rivera. Ahí se
trata de una región literalmente de afloramiento por
la presencia de areniscas. Aquí el acuífero se
encuentra con la superficie y produce todo tipo de
intercambios. Hay otra zona donde existe una cierta
profundidad, pero se puede obtener agua mediante pozos
artesianos, esto es cuando la presión hidrostática es
superior a la de la superficie del terreno donde está
el pozo. Claro que por encima de esa agua hay una capa
basáltica de casi un kilómetro, prácticamente
impenetrable. La última estación piloto está en Itapúa,
en Paraguay, una zona de expansión de la frontera de
la soja, de deforestación, lo que significa que puede
haber contaminación con fertilizantes, agroquímicos,
etcétera.
-¿Cómo se articula esto concretamente? ¿Con quién
están colaborando?
-Estamos abriendo todas las licitaciones para el
desarrollo del conjunto de estudios en diversos
aspectos: geofísicos, geoquímicos, geológicos, entre
otros, especialmente en estas cuatro estaciones piloto
que mencionamos: Riberao Preto, Concordia-Salto,
Rivera-Santana e Itapúa.
-¿Por qué eligieron esas zonas?
-Ahí es donde se manifiestan los problemas críticos en
relación con el acuífero. La idea es que estas
investigaciones pluridisciplinarias establezcan
ciertos modelos de acción que luego puedan ser
replicados en el futuro cuando se detecten los mismos
problemas. Ya se han hecho varios llamados a
licitación como el del mapeado, porque en la
actualidad si uno superpone los mapas disponibles
veremos que no coinciden. Ahora vamos a generar mapas
confiables, con base en procedimientos muy
actualizados, lo que permitirá que todos manejemos la
misma información y sobre ella ubiquemos de manera
coordinada todos los datos disponibles. De ahí surgirá
un sistema de información geográfica común.
-¿Con qué tipo de instituciones se han hecho esos
acuerdos de colaboración?
-Hemos constituido el Fondo de Universidades. Son
nueve proyectos que ya están seleccionados y que están
siendo ejecutados por 17 instituciones académicas de
la región. Quiere decir que este trabajo está
fomentando la integración universitaria regional.
Habilitamos también el Fondo de Ciudadanía, para el
cual hemos elegido 24 proyectos provenientes de
entidades civiles que desarrollarán la difusión,
conocimiento y educación ambiental sobre el acuífero.
Porque el uso sostenible del recurso no se logra sólo
con leyes sino también con cambios culturales para que
el agua sea usada con racionalidad, y para eso hay que
educar, promover cambios en los comportamientos.
-¿Cuál es el presupuesto del proyecto y en cuánto
tiempo será ejecutado?
-Son cuatro años y ya estamos en el segundo año de
ejecución. Los recursos son 13 millones de dólares que
provienen de una donación de la Fundación para el
Medioambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés),
vinculado al Banco Mundial. El fondo está constituido
con recursos provenientes de los propios países. Este
proyecto fue armado con mucha anticipación y
preparación, con un amplio proceso de participación.
En Brasil, por ejemplo, teníamos integrados a cinco
estados, con ocho representantes por cada estado que a
su vez provenían de la Universidad, del gobierno
local, de asociaciones técnico-científicas y de
asociaciones civiles, a estos se les sumaban 15
delegados federales. Un órgano de 55 miembros. En
Uruguay, Paraguay y Argentina también se crearon
importantes unidades de preparación del proyecto.
-¿Esos son todos los recursos?
-Son la mitad, la otra parte la aportan los países con
su propia participación por medio de técnicos,
servicios, instalaciones, etcétera.
-¿Qué recibirán los países una vez culminado el
Proyecto?
-Toda la información que se haya recabado, y quedará
una institucionalidad regional que gestionará el
recurso, junto con las entidades de cada país.
-¿Cómo llegó usted a este cargo?
-Por concurso. La OEA, que es la institución madre
elegida por los cuatro países para regular el proceso
previo, abrió un concurso al que nos presentamos 72
personas. Por suerte, y por mérito, estoy acá. Es un
desafío muy grande porque no hay antecedentes en el
mundo de una gestión transfronteriza de un recurso tan
importante y de una manera integral. El otro desafío
consiste en imaginar cómo sería una gestión integrada
en término de recursos superficiales, y
particularmente del uso del suelo, porque en general
los planes de uso del suelo urbano no están
relacionados a la gestión del agua superficial y
tampoco a los subterráneos. Hay que estudiar todo
esto, como también el uso del espacio rural que en
general carece de un ordenamiento territorial, y
cuando lo tiene no está basado en las características
de permeabilidad, conductividad hidráulica, protección
de acuíferos. Estas cosas no fueron consideradas en su
momento. Lo que se pretende, entonces, es generar una
base de información, de conocimiento y de ciudadanía
para sostener un cambio muy importante: cómo la gente
usa y vive con el agua en la región.
-Se han levantado algunas críticas a este proyecto,
según las cuales este trabajo aportará información
privilegiada a corporaciones internacionales que
pudieran estar interesadas en apropiarse del agua.
¿Usted qué dice?
-El Proyecto no modifica la capacidad de soberanía de
cada país sobre su territorio superficial o
subterráneo, por tanto cada país sabrá cómo gestionará
internamente el recurso. En los cuatro países el
recurso agua es, en general, un bien público. El agua
bruta no es privatizable. La distribución es un
servicio y tiene un costo; con esa base empresas
públicas o privadas cobran el uso del servicio.
Nuestras Constituciones garantizan la propiedad
pública del agua en nuestros países. Cambiar eso no es
nada simple.
-¿Y la información que surgirá de este Proyecto?
-Pertenece a cada gobierno que participa en él. Pero
además, el conocimiento científico se desarrolla en el
intercambio. Todos los estudios que los técnicos hacen
acá son presentados en congresos internacionales, no
hay que crear fantasmas en esto. Se debe tener una
opción: o no lo conocemos para no correr el riesgo de
que otros lo conozcan, o dejamos que los otros lo
conozcan por los satélites y nosotros permaneceremos
en la ignorancia. Esa teoría conspirativa es una
exageración. Nuestros países deben desarrollar un
conocimiento que es estratégico, y abandonarlo es
abandonar la gestión del recurso, perder el dominio
sobre él. La ignorancia y la dependencia siempre andan
de la mano.
Carlos Amorín
Octubre de 2004
* 44 años. Ingeniero geólogo e
ingeniero ambiental. Oriundo de Belo Horizonte,
estudió en Ouro Preto e hizo su postgrado en San
Pablo. Trabajó en ONG, gobiernos municipales,
estaduales y en el federal. Participó en varios
programas de desarrollo sostenible en diversos países,
con conocimientos más profundos sobre India,
Tailandia, Zimbabwe, Costa Rica.