A pesar de las políticas del Gobierno Federal de incentivo de
la producción de cultivos destinados a los agrocombustibles, el resultado no
ha sido positivo para los agricultores familiares. Coadjuvantes, los
pequeños productores han tenido su participación limitada a la venta de
materia prima a las grandes usinas, como ocurre en Río Grande do Sul.
La conclusión está en el
informe "El Brasil de los Agrocombustibles - impactos de los cultivos sobre
tierra, medio y sociedad", lanzado el último día 29 por la organización no
gubernamental Repórter Brasil, a partir del Centro de Monitoreo de
Agrocombustibles (CMA).
El estudio analiza los
impactos económicos, sociales, ambientales, de tierras y laborales de la
producción de soja y ricino en el país en los últimos doce meses. El informe
es el cuarto de una serie, iniciada en 2008, que prevé tres volúmenes por
año sobre diferentes cultivos agrícolas orientados a la producción de
agrocombustibles.
Para el periodista Marcel Gomes, coordinador del CMA,
en el lanzamiento del Programa Nacional de Producción y Uso de Biodiesel (PNPB),
en 2004, el discurso oficial era el de que los llamados biocombustibles
posibilitarían la instalación, en Brasil, de un gran mercado para los
productores. Además, la propuesta iba a beneficiar prioritariamente a la
agricultura familiar.
Para esto, el Gobierno
Federal creó el "Sello Combustible Social", que concede financiamiento e
incentivos fiscales al emprendedor que adquiera materias primas como ricino
y otras oleaginosas provenientes de la agricultura familiar. El beneficio se
consigue de acuerdo con el porcentual de inversiones que se destina a los
pequeños productores, proporción que varía en cada región.
Sin embargo, argumenta el
periodista, el exponencial aumento de la producción de biodiesel, que hoy
llega a 1.000 millones de litros por año, no puede ser sustentada con la
oferta de los agricultores familiares. Si antes el gobierno preveía la
participación de 200 mil familias, pasados cinco años, el número es de un
poco más de 30 mil. Según Marcel Gomes, la meta fue revista para 80
mil. "La evaluación del Programa (PNPB) hoy es muy negativa", dice el
periodista.
Entre las causas, señala
fundamentalmente la falta de asistencia, de apoyo financiero y de
cooperación de los empresarios del sector con los agricultores. "Por otro
lado, no hubo articulación con otros cultivos", observa Gomes, que
indica el monocultivo como otra característica de la producción de soja y
ricino.