Después de Alemania, el
Reino Unido es el segundo país industrializado europeo que manifiesta dudas con
respecto al uso indiscriminado de los agrocombustibles.
En un artículo publicado con motivo de una conferencia
internacional celebrada el 22 de abril en Londres para estudiar el
aumento mundial del precio de los alimentos, el primer ministro Gordon Brown
se pronunció a favor de un uso “más selectivo” de los agrocombustibles. Sus
comentarios pueden ser interpretados como un cambio de rumbo del gobierno
británico, hasta ahora convencido de los efectos benéficos de su uso para
combatir las emisiones de dióxido de carbono, y llegan pocos días después de que
el gobierno de Alemania resolviera abandonar su objetivo de llegar a una
participación de 10 por ciento de agroetanol en los carburantes para vehículos.
En su intervención, Brown reconoce el impacto del
cultivo de productos agrícolas en gran escala para agrocombustibles como una de
las causas de la actual suba de precios agrícolas y las subsiguientes revueltas
de hambre desencadenadas en varios países pobres. Hace algunos días, durante la
inauguración de una planta de agrocarburantes, la presidenta del gobierno
alemán, Angela Merkel, todavía había relativizado el impacto de las
plantaciones masivas en la suba de los precios, al afirmar que los mismos
responderían sobre todo al mayor ingreso de amplias capas de la población en
China, India y otros países de creciente industrialización y
urbanización.
En la conferencia participó también Josette Sheeran,
responsable de Naciones Unidas para el Programa Mundial de Alimentos, que pidió
a la comunidad internacional que reaccione ante la actual crisis alimentaria con
el mismo vigor con que reaccionó al tsunami del sureste asiático en la Navidad
de 2004. Sheeran pidió una respuesta coordinada de las agencias de
Naciones Unidas, el Banco Mundial, el FMI y los grupos humanitarios para
atajar la crisis. "Estamos ante una nueva cara del hambre: los millones de
personas que hace sólo seis meses no estaban incluidos en la categoría de gente
que necesita ayuda urgente por el hambre", explicó. A la conferencia asistieron
representantes del gobierno, el mundo científico, las ONGs, los
consumidores y la industria alimentaria británicos y de otros países y
representantes de organismos internacionales como la Comisión Europea, la
OCDE y el Banco Africano de Desarrollo.
La polémica sobre los agrocombustibles centró una parte de
los debates. El primer ministro Brown enfatizó que, aunque "intentan
promover la independencia energética y combatir el cambio climático, son a
menudo energéticamente ineficientes", y agregó: "Tenemos que estudiar con
cuidado el impacto en los precios de los alimentos y el medioambiente de los
diferentes métodos de producción y asegurar que somos más selectivos en nuestro
apoyo. Si los estudios que está haciendo el Reino Unido demuestran que tenemos
que cambiar nuestra posición, presionaremos también para cambiar los objetivos
de la Unión Europea” en agrocombustibles, añade Brown en su texto.
Se compromete asimismo a aumentar en 38 millones de euros la contribución
británica al Programa Mundial de Alimentos, y promete otros 32 para la
protección social en Etiopía, condicionado a un acuerdo sobre la
estructura del Programa.
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