Saludamos la decisión que tomó la
Cámara de Representantes de Estados Unidos de excluir de su agenda
inmediata al Tratado de Libre Comercio (TLC) con Colombia y
congelar por ahora su trámite. Si bien es un resultado positivo, fruto del
esfuerzo internacional de la AFL-CIO en coordinación con el sindicalismo
colombiano, nos coloca en una mayor responsabilidad para no desistir en el
hundimiento total y definitivo de ese acuerdo negociado entre gobiernos, a
espaldas de los pueblos.
Esa negociación se ha realizado
sin atender las advertencias hacia los efectos sociales negativos del TLC,
que aumentaría aún más la brecha de desigualdad e injusticia en la distribución
económica, situación denunciada por los representantes de la AFL-CIO, la
gran mayoría de senadores y representantes demócratas de Estados Unidos,
así como por el sindicalismo colombiano, las ONG y organismos de derechos
humanos.
Cierto es que si bien ha
disminuido la cantidad de asesinatos de sindicalistas y se han aportado recursos
por parte del Estado para su protección, el fenómeno de violencia continua, como
también prosigue la destrucción de sindicatos y la alianza antisindical entre el
Ministerio de la Protección Social y los empresarios. El objetivo es exterminar
toda posibilidad de creación de nuevos sindicatos, como viene ocurriendo en el
sector de la floricultura, en el de las bebidas con las transnacionales
SABMiller – Bavaria S.A., y Coca-Cola – FEMSA, para citar sólo dos
ejemplos.
Los gobiernos de Estados
Unidos y Colombia no pueden soslayar la verdad y las razones que
exponemos las organizaciones sociales, sindicales y políticas, e incluso de
gremios empresariales opuestos al TLC.
En este episodio, fue un problema
político electoral entre republicanos y demócratas de Estados Unidos lo
que ha puesto en peligro la aprobación del engendro comercial diseñado y
negociado para intereses minoritarios de poderosos monopolios económicos
llamados multinacionales, terratenientes con megaproyectos para etanol y
funcionarios tecnócratas corruptos.
Esos funcionarios son los que
estuvieron en la negociación, por ejemplo, por parte de Colombia, e
inmediatamente después de firmado el Tratado han pasado a asesorar
multinacionales productoras de semillas e inversoras en agricultura, como pasó
con una viceministra del Medio Ambiente colombiana.
La UNAC se une a la gran
preocupación mundial que emite señales de alerta sobre la avanzada de las
epidemias, del hambre y la miseria, como consecuencia de una mayor e inmoral
concentración de la riqueza, que si en Colombia es la constante, a los
mexicanos los puso en rebelión por sus tortillas de maíz, mientras los medios de
comunicación registran marchas por falta de alimentos básicos en Camerún,
Indonesia, Filipinas, Egipto, Senegal, Yemen,
entre otros países del planeta.
La UNAC reafirma su
disposición a continuar la tarea en lo nacional y lo internacional, a través de
la UITA, contra el TLC y por la organización sindical y la
negociación colectiva a que tienen derecho los trabajadores y trabajadoras
colombianas, junto con el derecho fundamental a la vida.
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