El tema
Haití se ha replanteado con motivo del
posible mantenimiento allí de tropas de
diversos países de América Latina.
En 2004 no se produjo en Haití una rebelión, como
informaron algunos medios de
comunicación vinculados a intereses de
Estados Unidos; lo que ocurrió
fue un golpe de Estado, operado y
dirigido desde el centro imperial. Algún
tiempo después aparecieron entrevistas y
otras informaciones que permiten conocer
mejor lo ocurrido.
Ira Kurzban,
abogado del presidente Jean Bertrand
Aristide y director de una radio en
Miami, ha dicho, textualmente, que fue
un golpe de Estado dirigido, operado y
equipado por los servicios de
inteligencia de Estados Unidos,
llevado a cabo mediante un grupo de
personas entrenadas en República
Dominicana.
La historia de América Latina presenta numerosos
ejemplos de intervenciones
estadounidenses realizadas por fuerzas
reclutadas en el propio país invadido, o
en países que actúan por mandato de
Estados Unidos. Es posible recordar
al respecto lo ocurrido en 1954 en
Guatemala. En ese país hermano,
después de derrocado el dictador
Ubico, dos gobiernos democráticos
presididos sucesivamente por Juan
José Arévalo y Jacobo Arbenz,
tomaron algunas medidas tendientes a que
“Guatemala fuera de los
guatemaltecos”, para decirlo con
palabras de Eduardo Galeano.
Porque hasta ese momento el país estaba
dominado por la United Fruit y la
International Railways, dueñas de
casi todos los resortes económicos
importantes del país: desde el puerto a
los centros de producción. Todo: el
cielo y el suelo y el subsuelo
pertenecían al extranjero. Como
gobiernos electos democráticamente
impulsaron medidas para cambiar esa
realidad. En respuesta, Estados
Unidos organizó una invasión al
frente de la cual estuvo el militar
Castillo Armas, quien luego de
derrocar a Jacobo Arbenz se hizo
reconocer como Presidente y comenzó por
abolir las leyes de reforma agraria, el
programa a favor de los indios, disolvió
el Congreso, implantó la censura y
persiguió duramente a los partidarios de
Arbenz. La invasión se preparó
desde Honduras, presidida
entonces por un ex abogado de la
United Fruit.
Ahora está probado que se pretendió presentar a los
haitianos como una amenaza para la paz y
la seguridad de la región, y el propio
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas,
mediante la resolución 1743, prorrogó la
presencia en Haití de las tropas
que operan bajo la bandera de la ONU.
Contra lo que se ha pretendido sostener, la función de los
soldados de países latinoamericanos en
Haití (entre los que hay tropas
de Uruguay) no es una acción de
ayuda humanitaria o de lucha contra
“secuestradores”. Por otra parte, lo que
el pueblo haitiano necesita es ayuda
económica para superar una situación de
pobreza extrema y no fuerzas de
ocupación. Sí, de ocupación, porque el
22 de diciembre del año pasado, dos días
antes de la Nochebuena de la
cristiandad, las tropas de la
Minustah, entraron en Cité Soleil,
un barrio de los más humildes de
Haití, y mataron a 80 personas,
entre ellas mujeres y niños.
Es importante informar estos hechos, porque no parece creíble
que tengan noticia de los mismos,
legisladores de todos los partidos, que
en el Parlamento de Uruguay
votaron el envío de tropas a la
República de Haití.
Como ahora esas noticias se han difundido, parece
insoslayable preguntar: los legisladores
que votaron el envío de tropas, ¿no
estaban informados? ¿No han sido
informados de cuáles han sido las
acciones de las tropas que enviaron
allá? ¿No tienen presente que al
cumplirse el primer año de la presencia
de las fuerzas de la Minustah,
una manifestación de 100 mil haitianos
reclamó el retiro de las mismas?
Ahora se sabe que desde el pasado diciembre los soldados de
países latinoamericanos que actúan en
Haití han llevado a cabo acciones
violentas, con vehículos blindados y
helicópteros en zonas extremadamente
carenciadas, con el resultado de muchos
muertos y heridos; no sólo de “bandidos”
o “secuestradores”, como alegan algunos
en vano intento de salvar sus
conciencias, sino incluso de mujeres y
niños, especialmente en zonas como Cité
Soleil, cuyos habitantes sobreviven por
debajo de la línea de pobreza. ¿No es
hora de que el Ministerio de Defensa de
nuestro país diga si son exactas, o no,
estas noticias que pueden encontrarse en
Internet? ¿Cómo es posible que
Uruguay (que hasta en su propia
defensa debe apostar al derecho y a la
solución pacífica de los conflictos) sea
un país que, en proporción a su
población, tenga un alto porcentaje de
sus tropas en misiones en el extranjero?