Una muestra de
lo que nos deparará la nanotecnología aplicada en función del lucro empresarial.
Las compañías han convertido a la
nanotecnología1
en una herramienta destinada a incrementar sus ganancias utilizándola en una
amplísima gama de productos y, pese a que su peligrosidad no se encuentra
debidamente descartada, lo hacen sin ninguna advertencia a los consumidores.
Muchas de estas compañías son las mismas que hace pocos años atrás irrumpieron
con los organismos genéticamente modificados (también llamados transgénicos)
recibiendo un fuerte rechazo por parte de los consumidores, el que hasta hoy se
mantiene. Por lo tanto aprendieron la lección y hoy, con la nanotecnología,
practican una especie de propaganda engañosa. A largo plazo prometen enormes
avances en campos como el de la medicina o el cuidado del ambiente, mientras
están introduciendo la nueva tecnología en diversos productos, especialmente
aquellos de consumo masivo.
“En cinco o seis años, el diez por ciento de los
productos del mundo integrarán nanotecnología”, según Ana Morato, directora de
la Fundación OPTI (Observatorio de Prospectiva Tecnológica Industrial, perteneciente al
Ministerio de Ciencia y Tecnología español). Para entonces, este mercado
alcanzará los tres billones (tres millones de millones) de dólares. En
comparación, durante 2006 fue de 50.000 millones de dólares.
Dentro de esta ola especulativa y
consumista se lanzó al mercado un producto que ilustra la tendencia: un
cigarrillo que no libera humo. La primera noticia apareció hace exactamente un
año, cuando la empresa china Golden Dragon Group lanzó al mercado, con la
marca Ruyan, un dispositivo a batería con forma de cigarrillo que expulsa
nicotina al ser inhalado. Según sus fabricantes, la nicotina llega a los
pulmones dentro de los 7 a 10 segundos después de la inhalación. Reemplazar los
cartuchos de nicotina, que duran en promedio 350 inhalaciones (el equivalente a
unos 30 cigarrillos) costaba el año pasado el equivalente a 1,71 dólares. Estos
cigarrillos están disponibles, en China, Israel, Turquía,
Australia y algunos países europeos.
Semanas atrás la compañía alemana
AHN Biotechnologie anunció haber creado, gracias a la nanotecnología, un
dispositivo electrónico que simula la forma de un cigarrillo, pero que no
utiliza tabaco ni libera humo. No tiene diferencias con el dispositivo chino, al
punto que no sabemos si se trata de una licencia -en ese caso la compañía
alemana no creó nada- de un error de la prensa, o que simplemente la empresa
alemana copió el producto chino, lo cierto es que el denominado “E-cigarette” es
igual al producido en China. El artilugio funciona con una batería recargable,
la que también se cambia después de 350 inhalaciones. Al no contener tabaco, al
cigarrillo electrónico no se le aplican las leyes que regulan su consumo y no
está prohibida su utilización en aviones, autobuses y otros lugares públicos. El
cigarrillo sin humo alemán ya se distribuye en Alemania, Italia y
España.
La única polémica que el nuevo
producto generó hasta ahora ha sido provocada por las compañías tabacaleras, las
que reclaman el derecho a distribuir el producto y que como medida de presión
están procurando convencer a los comerciantes europeos a no venderlo.
Se trata de un buen ejemplo de lo
que significa la nanotecnología puesta al servicio del lucro empresario.
|