Uruguay - Argentina

Simón Santana Farías

Víctima de accidente laboral en Bimbo

 

Carta de indignación
Ahora le tocó a un obrero en España

 

 

Extrañando a mi primo Simón,

muerto en BIMBO*

 

Hoy me desperté y como todos los días prendí la tele para ver el noticiero de la mañana. Reconozco que muy seguido me indigno al escuchar noticias, pero esta mañana me superó... Me sentí indignada por algo que me tocaba de cerca.

 

La noticia decía que en una panificadora de España, un obrero de nacionalidad boliviana que trabajaba en negro había perdido un brazo trabajando y que no le prestaron atención médica en el momento. De hecho, habían tirado su brazo a la basura.

 

Me indigné, y me dio mucha bronca ver cómo pueden tratar a un ser humano de esa manera. Fue inevitable acordarme de mi tragedia familiar. Pensé que por lo menos seguía vivo, sin un brazo pero con vida...

 

Hace un poco más de 9 meses, el 3 de septiembre de 2008,  mi primo Simón Santana Farías, de 25 años, murió en un accidente laboral en la panificadora Bimbo del Uruguay SA. Ocurrió mientras limpiaba una máquina encendida sin un supervisor a la vista y que carecía de resguardos.

 

Lo más indignante del asunto es que la fábrica nunca cerró por duelo, sólo lo hizo la misma noche del accidente para colocar el resguardo que faltaba y al otro día arrancar a trabajar nuevamente poniendo a otro empleado en el lugar de mi primo, esta vez con un poquito más de seguridad.

 

¡Vergonzoso!

 

Estamos hablando de una transnacional que está consolidando un monopolio entre de las panificadoras del Uruguay, y por lo tanto, imagínense, siendo que en la mayoría de los noticieros hay publicidades de estos productos, trataron la información muy por arriba, diciendo sólo: “Grave accidente en una panificadora”, sin dar muchos detalles, ni siquiera el nombre de mi primo.

 

A la vez, la empresa decidió promocionar un poco menos sus productos por un tiempo para que la gente (consumidores) no pudieran hacer la relación Bimbo=muerte del obrero... Fue una estrategia de marketing.

 

En estos momentos mi familia sigue en juicio con la empresa. La panificadora Bimbo ofreció a mi tía la suma de 330 dólares con la cual pretendía saldar las deudas por los salarios impagos, las licencias que a mi primo nunca le dieron, aunque se sabía que su trabajo era insalubre.

 

Con esa plata pretendían pagar también el daño moral, el daño premuerte y el lucro cesante ocasionados por la muerte.

 

Mi familia no aceptó esa suma de dinero porque se dejaron de lado un montón de cosas como la fecha en que ingresó a trabajar, cuántas horas trabajaba, la tarea insalubre, etc.

 

Sin dudas acá no se trata de dinero... porque ni todo el dinero del mundo nos va a devolver a Simón. Es una frase hecha, pero les aseguro que cuando a uno le pasa algo así se tiene un sentimiento muy fuerte: el de no tener al ser querido y sentir que nada, pero nada va a compensar semejante pérdida.

 

Estaría bueno decir, de una vez por todas: ¡BASTA! Basta de estas transnacionales que no reparan ni un segundo en la integridad física, humana de sus trabajadores.

 

En esta nota lo único que quiero decir es que, como verán, como yo ví hoy a la mañana en el noticiero, esto pasa en un país chiquitito como el Uruguay, pero también en un país del primer mundo como en España. Las transnacionales se cagan en el trabajador... No importa en qué parte del mundo se encuentren, se basan en emplear a gente joven que rota constantemente y a la que le pagan sueldos bajos, y además no le ofrecen el mínimo de seguridad.

 

Mi primo era una persona especial. Era introvertido, y le encantaba la música y todo lo que tenía que ver con la computación. Con él pasé hermosos veranos del otro lado del charco, y entre otras muchísimas cosas conocí, por ejemplo, a la banda No te va Gustar cuando acá en Argentina ni siquiera se sabía que existían.

 

Por las muchas cosas que vivimos en familia, y por esa cercanía que siempre tuvimos aunque nos viéramos cada tanto, esta pérdida duele demasiado.

 

¡Qué culpa tiene un joven de 25 años!

 

Es reconfortante, pero también doloroso, saber que ahora hay una persona trabajando en su lugar con la seguridad que él no tuvo. Digo... ¿era necesario llegar a una muerte absolutamente injusta para que cerraran por una noche la fábrica y pusieran una tapa que separa el engranaje del trabajador?

 

LA MUERTE ME INDIGNA... LA MUERTE POR NEGLIGENCIA DE UNA TRANSNACIONAL... ME DUELE MÁS... ¡¡¡BASTA!!!

 

SIMÓN: DONDE QUIERA QUE ESTÉS:

 ¡¡¡GRACIAS POR TANTOS LINDOS MOMENTOS!!!

 

Fernanda Farías

  

Rel-UITA

               17 de junio de 2008

 

 

 

* Fernanda publicó este texto recientemente en su página de Facebook,

  y quiso compartirlo con Rel-UITA

 

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