Montevideo, 19 de marzo de 2008
Señor Presidente de Guatemala
Ingeniero Álvaro Colom
Palacio Presidencial
Ciudad de Guatemala
De mi mayor consideración:
Sirva la presente, para testimoniar nuestra honda
satisfacción ante su reciente decisión de vetar la
ley aprobada por el Congreso, en la cual se le
concedía a la Presidencia de la República la
facultad del indulto a los condenados a la pena de
muerte, lo que, de hecho, equivalía a reinstalar su
práctica en Guatemala.
Tuvo usted la deferencia de recibirnos en sus
oficinas hace pocas semanas junto a nuestras
organizaciones afiliadas SITRABI y FESTRAS. Nuestra
presencia tenía el motivo de apoyar a nuestras
afiliadas en el reclamo de justicia ante el
asesinato de nuestro compañero Marco Tulio
Ramírez, integrante de la dirección del SITRABI.
En esa ocasión, no hemos reclamado venganza contra
los asesinos, sino verdad y justicia, porque
entendemos que a la violencia no se le debe
responder con más violencia. Lo sabemos porque la
mayor parte de nuestros países han atravesado en su
historia reciente, o aún están pasando, por procesos
de violencia política que nada bueno le aportaron a
nuestros pueblos. Antes bien, el saldo ha sido más
muerte, más destrucción, más subdesarrollo, más
pobreza, más impunidad.
En este sentido, la pena de muerte es para nosotros
una acción de violencia extrema ejercida desde el
Estado sobre un individuo indefenso en el momento de
recibir el irreversible castigo. La convicción de su
culpabilidad, incluso en el caso de crímenes
aberrantes, no exime al verdugo de su
responsabilidad. La muerte impartida como gesto
dispensador de justicia constituye en su esencia un
acto éticamente insustentable.
La abundante experiencia internacional en esta
materia indica que la pena capital no es disuasiva
para ningún criminal, mucho menos para aquellos que,
aquejados de enfermedades mentales o disturbios
psicosociales, llegan a cometer crímenes inmundos
que la conciencia rechaza.
Así como condenamos y reclamamos justicia hacia el
“tribunal oculto” que decretó desde las sombras la
pena de muerte contra nuestro compañero Marco
Tulio, con la misma fuerza apoyamos su valiente
decisión de impedir que una sociedad como la
guatemalteca retroceda a tiempos de oscuridad,
reinstalando la privación de la vida como método de
castigo ejemplarizante.
Históricamente, el movimiento sindical mundial ha
luchado por la afirmación de la vida como un valor
supremo a defender en toda circunstancia, y eso
incluye la vida de nuestros adversarios.
Pudimos apreciar en forma directa su sensibilidad en
ocasión del encuentro que mantuvimos en el mes de
enero. Nos consta la hondura y sinceridad de
vuestras concepciones humanistas y de vuestra acción
comprometida en favor de un futuro más justo y más
digno para el pueblo de Guatemala. Ahora, este veto
confirma su estatura de estadista, y no dude de que
su pueblo sepa agradecerle algún día este gesto
comprometido.
Por estas razones, señor Presidente, a la hora de
promover la paz y la vida en Guatemala, cuenta usted
con nuestra Internacional y el respaldo de las 368
organizaciones afiliadas en 122 países.
Sin otro particular, hago propicia la oportunidad,
para transmitirle el testimonio de mi mayor
consideración.
Gerardo Iglesias
Secretario Regional UITA
c/c
Ministerio de la Gobernación / OIT / CSI / FESTRAS y
SITRABI
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